Tonia Etxarri-El Correo

En vía paralela a la bronca política entre el Gobierno y la oposición sobre quién desatendió más a los vecinos de Valencia afectados por la dana, se mueve el Rey. Felipe VI que, al igual que la Reina, dio muestra de entereza, humanidad, empatía y liderazgo en su visita dominical a la zona cero del desastre, sigue en su sitio. Cumpliendo con su papel de jefe de Estado. Rellenando el hueco que se ha abierto en el mundo político tras una semana de inacción, reproches y descoordinación por culpa de los cálculos partidarios. Y como pisa el barro de la calle (nunca mejor dicho), su prioridad se centra en la atención a Valencia. En su encuentro de ayer con los agentes sociales, pidió coordinación y eficacia para que la Comunidad Valenciana se reponga del apocalipsis cuanto antes.

«El primer español que se ha remangado», enfatizó ayer el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que, tras haberse reunido con el Monarca, dijo que había que ser más ambicioso. Son 54.000 empresas, 51.000 autónomos, 60 parques industriales y cerca de 355.000 trabajadores afectados en una comunidad que tiene que reinventarse. Entre el lodazal y el luto. Entre la búsqueda de desaparecidos y la vuelta a empezar tramitando papeleos para solicitar ayudas en la maraña burocrática de la Administración.

El caso es que la ineficacia del presidente valenciano Mazón y la inoperancia de Pedro Sánchez han dejado un reguero de desconfianza que los políticos deberían ser capaces de corregir. Y como la soberbia actúa de freno para la autocrítica, quedará para la historia las frases tan desafortunadas que describen toda una actitud. «Si necesitan más ayuda, que la pidan» (Pedro Sánchez), «los diputados no estamos para achicar agua» (Ana Vidal, portavoz de Sumar) o «éste es nuestro momento» (ministra de Igualdad, Ana Redondo).

El anuncio de ayudas por parte de Sánchez (10.600 millones de euros), la tercera parte de lo que había pedido el presidente valenciano un día antes, habría podido centrar el foco sobre lo que verdaderamente importa si no hubiera sido por su empeño en utilizar esas ayudas como trueque político. Las ayudas a los damnificados de la catástrofe humanitaria a cambio del apoyo a los Presupuestos. El PP, el destinatario del chantaje, que es quien gobierna en la Comunidad Valenciana, ha puesto el grito en el cielo y ha rechazado caer en trampas para osos. Que una cosa es la ayuda extraordinaria, para la que bastaría un crédito al uso, y otra muy distinta vincularla a la aprobación de los Presupuestos.

El Estado de las autonomías, al que tanto recurre Pedro Sánchez estos días para justificar la inacción inicial del Gobierno, no ha funcionado. Ha resultado ser un Estado calamitoso. ¿Quizá porque la autonomía perjudicada está gobernada por un partido opositor a Sánchez? En tiempo de «cogobernanza» durante la pandemia, el presidente no tuvo reparos en declarar estado de alarma, unilateralmente, para Madrid, en donde desplegó 7.000 agentes. En un plis plas. Un contraste inexplicable con la dejación que el Gobierno ha mostrado con la tragedia valenciana.