EL ECONOMISTA 12/04/17
JOAQUÍN LEGUINA
En Les pathologies politiques françaises Alain Duhamel sostiene que el deporte nacional francés es la autoflagelación. Duhamel describe con brillantez ese «mal francés», que, según él, consiste en amar y, a la vez, denigrar a Francia. Otros autores hablan del miedo francés: miedo a las reformas, miedo a la Unión Europea, miedo a la globalización…
Tomemos esta última, la globalización, y vayamos a los resultados de una encuesta de opinión (Ipsos/Sopra Steria): El 60% de los franceses piensa que la globalización es una amenaza para Francia, y lo más curioso: la mayoría de los encuestados cree que esa misma globalización es positiva para Europa (46% positiva y 41% negativa). Preguntados si esa globalización era positiva o negativa para otros países de la UE, el 59% positiva frente al 25% negativa para el Reino Unido; 61% frente a 29% para Alemania; 63% frente a 28% para España… y el 80% frente al 13% si el país es Polonia.
Otra pregunta: «Respecto a la próxima elección presidencial, cree usted que el voto de los electores será…» y se le daban tres opciones: 1) Un voto positivo eligiendo al candidato que proponga la mejor política. 2) Un voto negativo eligiendo al mejor posicionado para evitar la elección de alguien «peligroso». 3) No estoy seguro. Los resultados son de un pesimismo cuasi patológico: sólo el 24% se decantó por el voto positivo, frente a al 49% que lo hizo por el voto negativo y un 27% que no lo tenía claro.
Preguntados sobre la probabilidad de que en el próximo futuro haya un Gobierno fascista en Francia, el 58% lo cree probable. Un 38% simplemente probable y un 20% muy probable; frente a un 30% que lo cree improbable. Un 12% no se definió. Que en la tierra de Charles DeGaulle y de Pierre Mendes France haya tal cantidad de pesimistas respecto a su futuro nacional es para hacérselo mirar.