IDOIA ESTORNÉS ZUBIZARRETA, EL CORREO 11/05/14
· El último libro de Juaristi atrapa. Es una síntesis amena, lo no habitual. Está escrita con calma, pienso que con delectación
· Qué libro me recomiendas para quien quiera asomarse, con rigor pero con amenidad, a la historia del País Vasco? Era la pregunta temida-temible que te formulaban hasta hace una cuarentena de años los legos en la materia.
¿Cómo aconsejar una síntesis que abarcara los temas más salientes, y en todos los territorios afectados, de una u otra forma, por lo que Pierre Bidart llamó la «singularidad vasca»?
Los sesgos percibidos por la ‘mirada del otro’ (viajeros, curiosos), por el racialismo aún reciente, por el imaginario nacionalista local, por el interés político, por la investigación si es caso. O por vender más, que eso también cuenta, sobre todo en las Américas, donde alardear de antepasado blanco y peculiar vale su peso en oro (y no digamos si podemos allegar un pequeño ‘genocidio permanente’, aunque sea de carcajada). Historias para uso de alumnos inermes, descendientes remotos, aves del Paraíso, a los que ‘Les Basques’ del lingüista Allières (1977) o ‘Los vascos’ de Julio Caro (1949) echaban para atrás, por demasiado ‘áridas’.
Se ha publicado mucho luego, en especial para la ‘formación del espíritu nacional’ de niños y maduros entusiastas. Un crítico gastronómico americano de apellido polaco dio a luz a fin del siglo pasado –para pasmo de guiris, vascómanos y herrikos–, una historia universal de los vascos, muy simpática, cercana a veces a la ‘Apología’ de Astarloa. Tiene gran éxito, explicable (400 páginas con imágenes, mucho chascarrillo) ya que, como dice el nonagenario Le Roy Ladourie, «en historiografía hemos pasado de un provincianismo estrecho a un mundialismo superficial». Nosotros y nuestro diasporato no íbamos a ser la excepción…
También se escribe, y mucho, desde el mundo académico. Pero el libro ‘serio’ no halaga, peor aún intimida, diría que espanta. A veces con razón, debido al jergolario, al cripticismo, al clima inter pares –de tono con frecuencia agrio– del relato. Es una lástima porque nuestros departamentos de historia están pariendo rigor y novedad, con cifras, notas de pie de página y fiel abordaje de fuentes.
No asustó en su día la ‘Mitología e ideología sobre la lengua vasca’ (1980) de Antonio Tovar, hay que saber escribir-divulgar así. Una aproximación de interés fue la ‘Historia del País Vasco’ escrita por García de Cortázar/ José María Lorenzo (1988, 311 pp). Ya en el nuevo siglo apareció un gran esfuerzo, una bien centrada De Túbal a Aitor: Historia de Vasconia (2002, 749 pp) dirigida por Iñaki Bazán, que responde al planteamiento totalizador de la mencionada «singularidad vasca» a la que alude Bidart.
Aunque con un marco cronológico mucho más restringido vino ese mismo año la ‘Historia del País Vasco y de Navarra en el siglo XX’ (2002, 447 pp) De la Granja, De Pablo, Mees, Valdaliso, Fusi…; un combinado de temas y autores bien asentado. Con Navarra a la zaga un poco de florero, como suele (no sé por qué olvidamos los departamentos de historia de las dos universidades enraizadas en Navarra, con figuras de relieve como Ignacio Olábarri o Emilio Majuelo).
La última historia ‘global’ de Vascolandia (Basqueland en el mapa de Jeffrey E. Ward, 1999), ni asusta por su extensión ni por el lenguaje, al contrario. La ‘Historia mínima del País Vasco’ (2013, 341 pp) de Jon Juaristi atrapa. Porque es este un autor que sabe escribir –de todo– como pocos, con elegancia, sin fárragos. Lo que sí intimida es la vastedad de los temas que abarca: ámbito geográfico, lengua, prehistoria, romanización, medievo, el «oasis» foral, las guerras civiles, el franquismo, lo que estamos viviendo: «paz y guerra en la aldea global».
Es el de Juaristi un manual, una síntesis amena, lo no habitual. Está escrita con calma, pienso que con delectación, como solo se puede escribir cuando una/o no se desayuna ya con cadáveres calientes, cercanos, sobre la mesa. Hay algo de irreprimible querencia por algunos mundos, adivinen cuáles (¡mira que buscarle orígenes ANV a la primera ETA!), por sus chimbos, algunos federales –que luego no lo fueron tanto–, por lo suyo: las creencias metaforales –solapadas hasta hace poco–, de gran aprovechamiento político. Sobre todo estos, los mitos, aunque se le escape alguno como el de la doncella Madeleine de Larralde decapitada por la Revolución (el documento que recoge su juicio habla de una hilandera de 35 años, toda una señora entonces). O el del Estatuto de Estella «encargado» a la Sociedad de Estudios Vascos en 1931 (trabajaba un texto desde 1930 y antes). O el de la ‘union aeque principal’ forjada por los historiadores apologéticos del Antiguo Régimen navarro para edulcorar la conquista de 1512.
Juaristi toca todas las teclas, desde el iberismo o el vasco-cantabrismo, hasta la hidalguía universal, el bombardeo de Guernica, el reino vascón de Navarra, la motivación foral en carlistas y liberales, su Bilbao o la moderada satisfacción ciudadana con el PNV. Incluso nos divierte con el rancio amor del Caudillo por los «verdaderos vascos» desvelado en el largometraje ‘Raza’, que descubrí, boquiabierta, en una retrospectiva del Festival de Donostia. En cuanto a sus consideraciones sobre el euskera quiero destacar otro vademécum: ‘Ese idioma raro y poderoso’ de Iban Zaldua (230 pp. 2012), un manual completo, muy útil, también de fácil lectura.
Nota bene. Es extraño: la entrada que dedica a Jon Juaristi la Enciclopedia Auñamendi on line de Eusko Ikaskuntza –que dejé de dirigir en 2005- ha sido actualizada solo en euskera (2012). No es la única. ¿Será por algo?
IDOIA ESTORNÉS ZUBIZARRETA, EL CORREO 11/05/14