IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • Apuesta por una política radical y cuando llega al poder la traiciona

Van de una cosa, pero luego venden la contraria como un éxito. Hablo de Sánchez y ‘su’ cumbre de la OTAN. Hasta que llegó la guerra de Ucrania el PSOE se movía en un pacifismo antiatlantista de baja intensidad que no le creara fisuras con sus socios de Gobierno y que le llevó en el Día de la Mujer de 2019 a hacer suyo aquel manifiesto antisistema en el que el feminismo se identificaba con el antimilitarismo y el anticapitalismo. El anticapitalismo le duró poco porque solo veintiún días después, el 29 de marzo de aquel 2019, se les pudo ver al presidente Sánchez y a la entonces vicepresidenta Calvo aplaudiendo a rabiar a Ana Patricia Botín en el Congreso Santander WomenNow Summit. ¿Qué feminismo más capitalista cabe imaginar que el abanderado por la figura estelar de la banca española?

El antimilitarismo de Sánchez ha tardado algo más en caer que aquel órdago feminista contra la economía de mercado y de heteropatriarcado. Ha tardado tres años pero al final ha llegado con esa cumbre que supone no ya una incongruencia con sus socios comunistas sino consigo mismo y con su promesa de cargarse el Ministerio de Defensa, pero de la que no hay peligro que nadie le pida cuentas. Ha llegado con un Sánchez que se sueña en voz alta como futuro sustituto de Jens Stoltenberg al frente de la secretaría general de la OTAN. En eso reside la célebre superioridad moral de la izquierda: en que no siente que debe dar explicaciones sobre sus incongruencias y en que tampoco se las pide la derecha.

En lo que toca a la relación del PSOE con la cuestión militar, la historia no es nueva sino que se va repitiendo con distintas variaciones a lo largo de toda la etapa democrática. Si el felipismo ratificó el ingreso en la Alianza Atlántica de la que nos iba a sacar cuando nos estaban metiendo en ella Suárez y Calvo-Sotelo, el zapaterismo supo convertir la contradicción andante de una ministra de Defensa pacifista como Carmen Chacón en un glorioso éxito. La verdad es que el truco es bastante bueno: apuestas por una política radical, con la cual te ganas, además de tu voto fiel, el del electorado más extremista, y, cuando llegas al poder, traicionas ese programa por una salida cabal, con la cual te ganas al electorado más moderado que no te ha votado y te garantizas el último tramo de la legislatura. La derecha hace exactamente lo mismo, pero al revés: apuesta por una política moderada a la que acaba traicionando por no atreverse a corregir la del adversario, pero no rentabiliza sus incongruencias como victorias. Las vende como lo que son: fracasos. La derecha va de capitalista pero no sabe de marketing. La que sabe de eso es Begoña. Su sobeteo a Biden ha salvado al sanchismo.