Santiago González, EL MUNDO 03/12/12
En tiempos como estos cobra especial vigencia la definición del columnismo implícita en la confesión del gran Paco Umbral: «Yo no doy nunca noticias. Esparzo rumores que es mucho más efectivo». La cuestión catalana, después del inenarrable suceso del encontronazo entre Mas y la voluntat del seu poble, es un hervidero de rumores. Se comentan por lo bajinis los cabreos de los tirios de Unió con Mas y sus reticencias a apoyarse en la Esquerra para gobernar. Los troyanos de Convergència creen que la culpa de haber perdido 12 escaños es de Unió, por deslucir la imagen soberanista de la coalición y facilitar el arreón de ERC. Tal vez sea el efecto onomástico. Unió es antónimo de secessió, eso está claro para cualquiera. Menos para la tertuliana Rahola, que con la terminología de Otegi se empeña en llamar unionistas a los del PP en vez de a las gentes de Duran i Lleida.
El caso es que los columnistas y otras subespecies de este oficio escarbamos en las cenizas y nos parece que, fracasada la secessió, hemos encontrado una señal de divergència en el seno de CiU. ¡Que paren las rotativas! Duran Lleida ha escrito en su blog: «Las elecciones no nos han salido demasiado bien». Es una forma de decirlo, pero después de leer en Shakespeare el ajuste de cuentas de Bruto y Casio a Julio César (también vale la película de Manckiewicz), esto de Cataluña sabe a poco.
Vivimos tiempos escasamente dados al heroísmo. Se lleva más decir las cosas en voz queda y en las cenas, runrunes de notables del partido y gente que está en la pomada, confidencias de grandes empresarios determinados a que la cosa no vaya más allá. Uno comprende que para remangarse como Bruto hay que echarle un par, pero cabría una cosa intermedia, con el lenguaje alusivo que proponía Gila: «Aquí alguien está haciendo el ridículo, y no quiero señalar, pero uno que yo me sé va a tener que comerse este marrón», así hasta que Mas se dé por aludido y entienda que su pacto con Junqueras es otro disparate. Para Cataluña y el resto de España, pero también para la coalición que representa.
Rajoy espera. Dicen en Moncloa que no ha hecho oferta al fracasado y esto es sin duda por dos razones: por su carácter y porque el maximalismo de Mas no deja margen: el derrotado por soberanista no tiene estrategia alternativa. El pacto fiscal es imposible y no hay dinero para la mejora de la financiación.
Anímese Duran i Lleida y diga en voz alta lo que sostiene en sus susurros -toma ya aliteración-; lo que insinúa en su blog, dígalo abiertamente en La Vanguardia. Hará un favor a Cataluña, a España entera, a su partido y también al señor conde, a quien no le vendría mal resituarse en su Grandeza.
Santiago González, EL MUNDO 03/12/12