El PNV ha insistido hasta la saciedad en que no celebrará su consulta si no es en ausencia de violencia, lo que debería suponer la supresión de ETA. Pero mucho es de temer que se conformen con que permanezca inactiva hasta el dichoso referéndum. A partir de entonces, que Dios nos coja confesados.
Total que el ilusionante y apasionante septiembre se está convirtiendo en más de lo mismo, es decir, en el peor de los aburrimientos. Para cuando caen un par o tres de sabrosos huesos, los perros de prensa -en feliz expresión de Javier Eder- ya se han lanzado sobre ellos y los han roído hasta la médula, con lo que el chucho que venga detrás no hará sino repetirse. Y era muy bueno el hueso de Imaz diciendo que SA hará lo que le diga ETA, porque ponía de manifiesto que dentro del PNV saben -y sabían- que SA obedece a la voz de su amo, circunstancia que les pone en contradicción con la defensa a ultranza que están haciendo de SA para que pueda seguir como grupo en el hemiciclo vitoriano a fin de tenerlos contentos. No estaría fuera de lugar que nos explicarán cómo se roe semejante zancarrón, pero ya sabemos que son perros de prosa, es decir, canes pragmáticos interesados únicamente en conservar el poder, y para eso cualquier perrería está bien.
Tampoco era malo el otro hueso de Imaz dando por hecho que el plan del lehendakari no traerá la paz, con lo que contradice a su jefe y superior, que lo suele vender por tal, y se muestra como un cínico, o sea como un amante de los perros según la etimología genuina, puesto que sabe que ETA lo tiroteará y dinamitará, pero por procuración; es decir, en la carne de quienes, como los socialistas y populares, no lo hacen suyo. Ni el tercero, quiero decir que tampoco hubiera sido manco el tercer huesarrón de Imaz (tuvo una rentrée de auténtico osario), si no fuese porque ya suena a demasiado baboso y relamido aquello de que PP y PSE tendrán que asumir que Batasuna vote con ellos el rechazo del plan. Baboseo al que se ha unido el propio Ibarretxe echando ya no un hueso sino una piltrafa a la jauría con la recomendación a populares y socialistas de que no se pongan nerviosos. Y es que nuestro cabeza de serie se repite más que la morcilla.
Lo curioso es que a nadie parece importarle un hueso.
Sin embargo, al PNV le ha tenido que sentar como pisar una mierda de perro la propuesta de Arnaldo Otegi solicitándole que negocien públicamente con Batasuna (ya no le importa mostrarse como miembro de una organización ilegalizada) la adhesión al plan Ibarretxe. La prueba es que han pegado un bote como si les quemara la suela del zapato y enseguida han repetido (siempre se repiten) que no negociarán con Batasuna (tampoco les importa llamarle por su nombre – «El mundo de Batasuna» dixit Azkarate-, aunque a efectos prácticos le consideren SA) mientras no condene la violencia. ¿Pero quiere decir eso que no está maniobrando en la sombra (toda esa terminología doméstica tan cara al PNV: hacer cocina, lavar los trapos sucios en casa…) para que finalmente le apoye? Otegi tiene razón en reclamarle a las claras lo que el PNV parece dar por sentado a la espalda. ¿Pero quiere decir eso que Otegi no sigue enseñándole un hueso a Imaz, aunque sea de tapadillo? Porque no resultaría descabellado que Batasuna votara a favor del plan.
Tal y como está ETA, para volver a instalarse en el cuanto peor mejor tendría que ayudar al PNV a ponerse al borde de la sublevación, y eso pasa por echarle una mano al plan en el Parlamento a fin de que se pueda celebrar la consulta y se desafíe al Estado de derecho. ETA ha repetido insistentemente (sí, también ella eructa) que lo único que le gusta del plan es que promoverá un plebiscito, es decir un pifostio. Pero el PNV ha insistido también hasta la saciedad en que no celebrará su consulta si no es en ausencia de violencia, lo que debería suponer la supresión de ETA. Pero mucho es de temer que se puedan conformar con que permanezca inactiva hasta el dichoso referéndum. A partir de entonces, que Dios nos coja confesados. Porque ni siquiera las cuentas -sólo un 44% de vascos parece aprobar el plan y eso que el sondeo lo ha hecho el Ejecutivo vasco- les convencen a los peneuvistas de que el mejor amigo del hombre, incluido el hombre vasco, no es el plan, es el perro.
Javier Mina, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 6/9/2004