El miedo a la legitimidad

IGNACIO CAMACHO, ABC – 15/07/14

· Con el reglamento electoral de las municipales, a Pedro Sánchez le habrían podido birlar su limpia victoria.

Lo mejor de las primarias del PSOE han sido… las primarias del PSOE. El sano ejercicio democrático que demuestra que los militantes de un partido pueden elegir a su líder sin daños internos. No ha salido ningún Adenauer porque no estaba en concurso, pero el procedimiento ha resultado impecable en fondo y forma. Alta participación, escrutinio rápido, ambiente limpio. Si algo se echó en falta fue más intensidad en el debate, demasiado de guante blanco salvo algunas puñaladas traperas de última hora a través de los medios. Pero los candidatos tampoco eran minervas con un discurso propio; los que lo podían tener no se han presentado.

En general se puede hablar de una experiencia ejemplar que desactiva el vértigo del destrozo fraccionista, que no es más que una variante orgánica y postlacaniana de aquel miedo a la libertad que teorizó Eric Fromm. No se ha roto nada. La gente vota en paz, y punto. Y los socialistas tendrán un líder mejor o peor, pero lo han elegido ellos. Todos ellos, o al menos una gran mayoría.

Va a ser difícil sustraer la vida pública del impulso de participación y apertura que demanda una sociedad cada vez más desconfiada de los aparatos de intermediación política. En el mundo de las nuevas tecnologías, en el que los ciudadanos toman a diario cientos de decisiones relacionadas con su libertad de opinión, la gente quiere acotar al mínimo posible el margen de autonomía de las grandes maquinarias de poder. Es un debate complejo que hay que sustraer de las tentaciones populistas y asamblearias, pero la elección directa de los dirigentes está ya fuera del ámbito de discusión.

Ya no se entiende el poder delegado de los congresos de corte leninista ni de las organizaciones-vanguardia, que han cometido demasiados abusos de su representatividad funcional. Los partidos tendrán que generalizar el procedimiento si no quieren aparecer ante la opinión pública como dinosaurios de un régimen superado. Por ley o por costumbre, las primarias acabarán imponiéndose y los electores y militantes deben exigirlas como un derecho propio e inalienable.

Ahora bien, el discurso debe ser lineal y sin contradicciones de conveniencia entre lo que sucede en los partidos y lo que ocurre en las instituciones. Con el reglamento electoral vigente en los ayuntamientos y en las autonomías, a Pedro Sánchez le podrían haber birlado la secretaría general tras su limpia victoria. Con casi un 49 por ciento de los votos, una mayoría incontestable, habría quedado a merced de un pacto entre los dos perdedores como el que su partido suele suscribir en aquellos municipios donde queda a su alcance. Va a ser interesante, pues, escuchar los argumentos del nuevo líder socialista para negarse a aceptar la elección directa de los alcaldes. A menos que esté dispuesto a defender la dudosa idea de una democracia reversible con un voto de dos legitimidades.