IÑAKI EZKERRA-El Correo
- Nunca la opinión pública ha sido secuestrada como en el año y medio de Sánchez
Era la frase que se ha repetido desde sus filas cada vez que se le criticaba a Sánchez por la gestión de la pandemia o por cualquier otro aspecto tétrico de su política: «Pues tan mal no lo hará cuando sube en intención de voto». Ese estribillo tenía como cómplice necesario el CIS de Tezanos, reforzado por el seguidismo que hacían de él los sondeos de opinión procedentes de los medios favorecidos por el Gobierno. Fue así, con esa burda coletilla que suponía la explícita renuncia al argumento y al debate, como se fraguó la superstición de la imbatibilidad del sanchismo, que hizo suya una oposición que, en su división y su flojedad, ha sido la peor de toda la etapa democrática. Pero una oposición ineficiente no es sinónima de una ciudadanía complaciente. A esa tramposa tergiversación de la realidad, que tenía en Tezanos su gran aliado, ha contribuido el hecho de que durante la presente legislatura los únicos comicios que han tenido lugar antes de la convocatoria de Ayuso a las urnas correspondían a tres autonomías atípicas con respecto al mapa electoral del país y nada representativas de este, como son la gallega, la vasca y la catalana, por obvias circunstancias como la del fuerte peso del ingrediente regionalista. De este modo, las elecciones madrileñas han constituido la primera ocasión en que se le ha podido tomar con verosimilitud el pulso político a una parte realmente representativa de la sociedad española pese a que desde las filas socialistas ya se han apresurado a la fabricación de otro estribillo: los resultados de las elecciones madrileñas no son extrapolables al resto del país. No lo serán literalmente, pero sí dan fe de un descontento generalizado con el actual PSOE y sí se aproximan más a la realidad que los votos que se llevó en Cataluña el calamitoso Illa y que alimentaron la tenaz o ‘tezana’ ficción del sanchismo invicto.
Nunca la opinión pública ha sido secuestrada como en el año y cuatro meses que dura la legislatura de Sánchez, quien ha ignorado hasta a su propio electorado y a esos 100.000 votos socialistas que el 4-M se fueron a Ayuso. Nunca se ha amordazado con tanta tenacidad o ‘tezanidad’ el grito de esa mayoría ciudadana que ha asomado en Madrid y que ha puesto en evidencia al CIS que auguraba el empate de los bloques. A esa utilización partidista de un servicio público se añade el famoso artículo que Tezanos publicó en la misma jornada de reflexión, lo que podríamos llamar ‘el poema del mío CIS’, y en el que arremete contra la hostelería que acoge la principal fuente de riqueza de nuestro país, que es el turismo. No puede haber más motivos para la dimisión que los de este hombre que se creyó que el CIS es suyo.