Luis Ventoso-ABC
- El primer gran proyecto con fondos europeos se hará allí, otro ejemplo de un constante apoyo
El Rey y el presidente estuvieron ayer en Barcelona para apoyar dos grandes iniciativas industriales: la fabricación allí de un coche eléctrico de Seat y la futura apertura, también en Cataluña, de la primera fábrica española de baterías, proyecto en el que se unirán el Ejecutivo español, Volkswagen e Iberdrola. La presencia del Rey apoyando a la industria catalana fue, como siempre, estúpidamente boicoteada por el Gobierno autonómico separatista y la alcaldesa Colau. Es morder la mano que te ayuda, porque esa planta de baterías será el primer gran proyecto español impulsado con los fondos europeos. La instalación no tenía porqué estar necesariamente en Cataluña. Otras regiones con importantes cadenas de automoción suspiraban por ella. Pero se ha apostado por Cataluña y como español me parece bien, pues la comunidad es la segunda en población y en aportación a nuestro PIB.
En 1839, el agudo novelista francés Stendhal publica su ‘Diario de un turista’, con anotaciones de su paso por España, y escribe asombrado: «Los catalanes quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que debe ser hecha a su medida. Quieren que cada español que necesita algodón les pague cuatro francos la vara. El español de Granada, Málaga o La Coruña no puede comprar paños de algodón ingleses, que son excelentes y que cuestan un franco la vara». Stendhal está reflejando las ventajas del arancel proteccionista, concedido por el Gobierno español en favor de Cataluña. La política industrial española desde el siglo XIX se basó en una apuesta absoluta por el textil catalán y la siderurgia vasca. Cierto que los catalanes eran un pueblo industrioso, con talento mercantil y muy trabajador. Pero la prima del arancel posibilitó su despegue (más las remesas de mano de obra barata llegadas de otras partes del España, donde no se apoyó a su industria).
El ferrocarril arranca en España en Cataluña, con la línea Barcelona-Mataró de 1848. El tren llegará a Galicia 37 años después (y el AVE todavía no ha llegado). Barcelona disfrutó de nuestra primera empresa de distribución eléctrica, significativamente denominada Sociedad Española de Electricidad. La primera ciudad española con alumbrado eléctrico fue Gerona. En 1943, Franco establece que solo Barcelona y Valencia podrán organizar ferias internacionales, ventajoso monopolio que durará 36 años. Las primeras autopistas españolas se construyen en Cataluña. La Seat no acabó en Barcelona de chiripa; lo decidió el INE de Franco. Nuestros únicos Juegos Olímpicos fueron una gran operación de Estado en apoyo a Barcelona. González entregó en los noventa las joyas del sector energético estatal a compañías catalanas. La financiación autonómica en vigor se escribió al dictado catalán. El Estado ha rescatado a la comunidad de su quiebra, debida a la mala gestión nacionalista. Cataluña hasta disfruta de una insólita ‘mesa bilateral con España’, que pretende decidir el futuro de todos los españoles.
Por favor, basta de la milonga del maltrato.