Juan Pablo Colmenarejo-Vozpópuli
Si algún día Martínez-Almeida se convierte en alternativa para ser algo más que alcalde de Madrid, volverá a formar parte del ala dura del PP
Nadie tiene duda alguna de que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida sea un señor de derechas sin complejos. Mejor dicho, un tipo de derechas de toda la vida. No lo ha ocultado nunca. Tampoco lo del Aleti. No se ha escuchado a nadie del lado fácil de la vida, es decir, del otro equipo de Primera en la Villa y Corte, hacerle un reproche por practicar la fe verdadera y presumir de rojiblanco. Almeida no ha mutado. En cambio, sí se ha modificado la percepción que tanto la opinión pública, como la publicada, tienen de él.
El alcalde ha dado la sorpresa con una buena pedagogía, un discurso modulado, escogiendo las palabras adecuadas, optando por un tono muy alejado de lo tosco o lo bizarro, la voz dura que caracteriza a los señores de Vox, más de derechas y desacomplejados que nadie, según dicen ellos mismos. No es que Almeida haya rendido la posición, ingresando en las despectivas filas de ‘la derechita cobarde‘. Más bien todo lo contrario, pero el tono de voz utilizado es, en su caso, decisivo. Si se le escucha con atención, se confirma que lo ha hecho sin dar un solo paso atrás en las ideas liberal-conservadores más clásicas del centro derecha europeísta.
Almeida nunca ha utilizado eufemismos ni circunloquios para llamar a las cosas por su nombre. Tampoco en estos meses. Siempre se ha alejado de ese metalenguaje de factoría. No se comporta como si estuviera en un plató. La credibilidad no es un don. Se trabaja, como todo. Una encuesta difundida esta semana por TeleMadrid confirma la impresión generalizada. Almeida aprueba con nota destacada entre sus pares e impares. Ya le conoce todo el mundo y no solo el 5 por ciento que le tenía en el radar cuando fue nominado por Pablo Casado para encabezar la candidatura del PP en la ciudad de Madrid.
- Almeida ha encontrado en el moderantismo una solución entre las legítimas maneras de hacer política que representan Alberto Núñez Feijóo y Cayetana Álvarez de Toledo
Martínez Almeida no es de repente ‘Martínez de centro‘ sino que ha ejercido desde su cargo el moderantismo que permite gobernar con prudencia en el verbo, sin perder la eficacia y tampoco la contundencia. No hace falta utilizar una voz dura y un megáfono. Almeida sabe que el centro no existe, salvo cuando se gobierna. El centro se crea desde el poder si se es capaz de tomar decisiones y explicarlas para una mayoría que suele estar en posiciones más cercanas entre si de lo que parece. Almeida ha encontrado en el moderantismo una solución entre las legítimas maneras de hacer política que representan Núñez Feijóo y Cayetana Álvarez de Toledo. Aunque el presidente de Xunta fue el primer dirigente del PP que se opuso a aprobar la cuarta prórroga de la alarma, el desprecio de Sánchez se lo llevó Casado que además optó, en esa ocasión, por la abstención. Si se examinan las declaraciones de uno y otro, si se escuchan o leen apenas se encontrarán matices.
Casado acusó a Sánchez de querer perpetrar una ‘dictadura constitucional’ tal y como escribió en ‘El País’ el magistrado progresista Manuel Aragón. Casado citó a Aragón en la tribuna del Congreso pero ha quedado en el aire como un invento del Presidente del PP ¿Por qué si Ana Pastor recuerda, y lo hace, que en el Gobierno de España hay comunistas no pasa lo mismo que si lo hace Cayetana Álvarez de Toledo? ¿Sánchez era duro o blando con Rajoy? ¿Cuántas veces le descalificó e incluso insulto? Queda la frase para el mármol. “Usted es un político no decente”. Rajoy perdió pie. Le respondió que era un “ruiz” donde quiso a bote pronto decir «ruin».
El Partido Popular no podrá optar al Gobierno hasta que reúna los mismos millones de votos que Aznar y Rajoy. La fractura entre los votantes del PP empezó ya en 2015 y 2016 con Ciudadanos. Las elecciones generales de abril y noviembre de 2019 demostraron que, tal y como es el reparto de escaños en la mitad de las provincias, el voto del PP repartido con Vox y Ciudadanos es siempre un escaño más para el PSOE. De nada sirve una cacerolada, tampoco en este caso. La capacidad de la izquierda de crear y propagar marcos mentales permite que solo por el tono, la voz dura o blanda, se seleccione a los dirigentes del PP como dóciles o asilvestrados. Si algún día Martínez-Almeida se convierte en alternativa para ser algo más que alcalde de Madrid volverá a formar parte del ala dura. Le recordarán que estuvo a la sombra del aguirrismo, es decir, el coco de la derecha pura y dura. Si mantiene su moderantismo abrirá brecha. Almeida no es Marcos Llorente, todo se andará, pero ha quedado claro que ser delantero centro de tu equipo no es imposible. Como dice Simeone: “El trabajo, paga”