Ignacio Camacho-ABC
- En este ciclo electoral es crucial la elección de los plazos y a Juanma Moreno se le puede pudrir la ventaja en las manos
La campaña en Castilla y León huele a paliza del PP, aunque ese aroma puede generar un exceso de confianza que impacte en la abstención y acabe matizando a la baja el resultado, pero el acontecimiento que va a marcar el signo político del año, y tal vez del destino de Sánchez, son las elecciones de Andalucía. Y a Juanma Moreno la legislatura le empieza a oler a arroz pasado. Intuye que su intención inicial de apurarla todo lo posible implica el riesgo de que la presentida victoria se le pudra en las manos, de modo que ya está pensando -lo dijo ayer- en acortar los plazos. De octubre o más probablemente junio ha pasado a contemplar la idea de convocar en abril o mayo para aprovechar el impulso del previsible éxito de su colega castellano. Pretextos no le van a faltar porque la retirada del apoyo de Vox, que desde hace meses pide un adelanto, deja al Gobierno bloqueado y sin posibilidad de completar la agenda del mandato. Ciudadanos se asfixia y la pandemia, de la que el Gabinete de coalición ha salido hasta ahora bastante bien parado, evoluciona hacia una crisis de atención primaria que descubre las grietas estructurales del sistema sanitario. El ‘statu quo’ actual ya no da más de sí y la dirección popular atisba más peligro en mantenerlo que en cambiarlo antes de que los socialistas logren consolidar la imagen de su recién elegido candidato.
Al PSOE andaluz no se le puede minusvalorar nunca. Es un partido sólido, con fuerte implantación social, territorial e institucional -la mayor parte de las alcaldías y seis de las ocho diputaciones son suyas- y no acostumbra a mostrar fisuras. La pérdida del poder lo ha dejado durante un tiempo en shock y con un problema serio de bandos internos pero tras el despido de Susana Díaz se está recomponiendo. Y aunque en las encuestas de voto autonómico no consigue recuperar terreno, en unas generales aún ganaría en más de la mitad de las provincias y quedaría cerca del PP en el resto. Esa discriminación del voto favorece a Moreno… siempre que sepa gestionar los tiempos y entienda que a Vox no lo va a mover y que sólo puede crecer por el centro. En ese empeño lo tiene más difícil que Mañueco, cuyas expectativas ya de entrada propicias van en aumento gracias a la polémica de Garzón con los ganaderos.
Con la vitola de favoritos en las dos comunidades, una derrota en cualquiera de ellas sería para los populares una catástrofe que dejaría el liderazgo de Pablo Casado para el arrastre y disiparía la percepción de desgaste imparable de Sánchez. Instalar en la opinión pública la conciencia de un cambio de ciclo, de un vuelco a la derecha, es la base de la acometida para colocar al presidente contra las cuerdas. Y la elección del ‘momentum’ resulta clave en esa estrategia. Por irrelevante que parezca, una parte del futuro del país depende de una decisión de apariencia tan trivial como una fecha.