Juan Carlos Girauta-ABC

  • ¿Qué le ha pasado a Ciudadanos? Pues al de Marín nada . De hecho, el sanluqueño tenía todo el derecho a reclamar para sí una parte del mérito

EL rotundo triunfo de Moreno nos impresiona porque nos habíamos acostumbrado a una aberración: que el noble pueblo español votara por cualesquiera razones salvo por la más justificada, la buena gestión. Con el primer morenazgo (la legislatura de la curación de Andalucía) el personal ha comprobado varias cosas: que se podía vivir sin los socialistas en la Junta; que sin los socialistas en la Junta se acabó la corrupción; que Moreno es un buen gobernante. Parece, insisto, de lo más normal que quien hace bien su trabajo siga mereciendo confianza, o que esta, como es el caso, se incremente. Ahora solo falta que el resto de España actúe en su momento con la misma lógica pero por el envés, y envíe a su casa a los que tan sectariamente vienen aprovechándose de la nación.

Que precisamente son socialistas, como Chaves y Griñán. Este recordatorio no me lo saco yo de la manga para fastidiar; ha sido el PSOE quien ha usado como bandera electoral a los condenados. Zapatero lo consideró una buena idea y Espadas, que tenía fama de cabal, la perdió sumándose al disparate.

Si un extraterrestre descendiera ahora mismo de su nave y le mostráramos los resultados, con los escaños ganados y perdidos, lo primero que preguntaría es ¿qué le ha pasado a Ciudadanos? Para desconcertar más al alienígena, le contaríamos que el partido despeñado de 21 a 0 formaba parte de ese Ejecutivo tan eficaz. Entonces –insistiría el ser con su traductor simultáneo– ¿qué le ha pasado a Ciudadanos? Pues al de Marín nada –le aclararíamos–. De hecho, el sanluqueño tenía todo el derecho a reclamar para sí una parte del mérito. Recurra, marciano, a la clave nacional, que no hay más explicación para tamaño descalabro. Desde la moción de Murcia y el amago de Madrid, atajado por el rayo isabelino, desde la certeza de que tu socio puede censurar al gobierno del que forma parte para arrebatarte la presidencia sin hacer ascos al sanchismo (hay que tener tragaderas), Ciudadanos está muerto.

Otra buena noticia –excelente diría– de los comicios andaluces es la confirmación de una curiosa tendencia podemita: su inexorable conversión en miniatura, que es casi más doloroso o ridículo que desaparecer. Decimos podemita por resumir, porque uno se pierde con los nombres, las franquicias y las ramificaciones. Decimos podemita para referirnos a la izquierda del PSOE, lindando justo con Lastra. Si fuéramos franceses también desaparecería el PSOE, pero aquí las grandes corrientes occidentales llegan con unos años de retraso. Todo se andará.

Vox, aun subiendo algo en escaños, deja en los suyos una cierta frustración al no ser decisivos. Con perspectiva encontrarán consuelo, pues al cabo son ajenos a la jibarización que consume a los nuevos partidos. Aguantan. Pueden seguir afirmando que llegaron a la política española para quedarse. Nada similar dirán los demás sin que se les escape la risa o la lagrimilla.