La continuidad entre Batasuna y Sortu o Bildu se limita a que todas se mueven en el entorno de la izquierda abertzale. Ésta ha debido renunciar expresamente a su forma de expresión política en el pasado, desligándose por completo de connivencias con la violencia terrorista. Esto, en modo alguno, puede considerarse un triunfo de ETA.
Bildu no es un resultado de la estrategia de ETA, sino que es el resultado del fracaso de dicha estrategia frente a la política antiterrorista puesta en práctica por el Estado español. El hecho de que la izquierda abertzale vaya a concurrir a las elecciones del 22 de mayo con Bildu no es un éxito de la organización terrorista, sino de la democracia española. De la misma manera que tampoco es un éxito de ETA que Sortu formalizara su solicitud de inscripción en el registro de partidos del Ministerio de Interior en los términos en que lo hizo. Todo lo contrario.
Ha sido la estrategia antiterrorista la que ha puesto a ETA contra las cuerdas, la que ha conseguido que deje de tener apoyo social en el País Vasco, la que la ha obligado a poner fin a la práctica de extorsión conocida como impuesto revolucionario y la que ha permitido que no haya sido ella la que ha fijado los términos en los que se ha producido el debate en el interior de la izquierda abertzale, que ha culminado con el rechazo de la violencia expresado en los estatutos de Sortu y en el compromiso suscrito por todos los integrantes de las candidaturas de Bildu.
Es verdad, como se dice en el auto del Tribunal Supremo por el que se estimó el recurso de la Abogacía del Estado y del Ministerio Fiscal contra la inscripción de Sortu en el registro de partidos del Ministerio de Interior, en la sentencia del mismo Tribunal por la que se anuló la decisión de las Juntas Electorales Provinciales de proclamación de las candidaturas de Bildu y en los votos particulares suscritos por cinco magistrados a la Sentencia del Tribunal Constitucional por la que se ha otorgado el amparo a Bildu en el recurso interpuesto contra la sentencia del Tribunal Supremo, que ETA ha intentado desde 2003, en que fue ilegalizada Batasuna, estar presente en todas las elecciones que se han celebrado en España, excepto en las generales de 2004, con diversas fórmulas, concluyendo de ello que Bildu no sería un intento más en la misma dirección, pero no lo es menos que, como se dice en los votos particulares suscritos por siete magistrados del Tribunal Supremo en el Auto sobre Sortu y seis magistrados en la sentencia sobre Bildu, la fórmula con que la izquierda abertzale se ha presentado en el registro de partidos y la fórmula con la que se ha presentado a estas elecciones es completamente distinta de las fórmulas anteriores, lo que no permite concluir que haya sido ETA la que decidido la estrategia de la izquierda abertzale, sino que ha sido más bien la izquierda abertzale la que ha impuesto su estrategia, a pesar de las resistencias iniciales de ETA. A esta misma conclusión, aunque con una argumentación distinta, dada la posición que ocupa el Tribunal Constitucional en el sistema de protección de los derechos fundamentales que no es la que ocupa el poder judicial, es a la que han llegado los seis magistrados que dictaron sentencia.
En todo caso, conviene subrayar que mientras en las ocasiones anteriores se pudo acreditar la «continuidad o sucesión» de Batasuna por las distintas fórmulas en los términos previstos en el artículo 12 de la Ley de Partidos mediante la acreditación de la «similitud sustancial… de estructura, organización y funcionamiento, de las personas que las componen, rigen, representan o administran, de la procedencia de los medios materiales de financiación o de circunstancias relevantes, como su disposición a apoyar la violencia y el terrorismo», en esta ocasión ha ocurrido todo lo contrario. No se ha podido detectar con arreglo a los criterios establecidos imperativamente por el legislador ninguna continuidad de Batasuna ni en el caso de Sortu ni en el caso de Bildu.
Del contraste entre Batasuna y Sortu o Bildu no se desprende continuidad alguna, más allá de la obvia que todas se mueven en el entorno de la izquierda abertzale. Batasuna, en sus diferentes formas de presentación, ha sido en el pasado el instrumento para articular la representación política de la izquierda abertzale. Sortu y Bildu son las formas a través de las cuales la izquierda abertzale pretende estar representada políticamente ahora. En este punto, claro que hay continuidad. Los ciudadanos vascos que van a votar las candidaturas de Bildu son los mismos que en el pasado han votado a Batasuna.
Pero en todo lo demás, ya no la hay. Mejor dicho, no se ha podido demostrar que la haya. Puede haber la sospecha de que la haya, pero nada más. La izquierda abertzale ha tenido que renunciar expresamente a lo que ha sido su forma de expresión política en el pasado, desligándose por completo de cualquier tipo de connivencia con la violencia terrorista.
Esto, en modo alguno, puede considerarse un triunfo de ETA.
Javier Pérez Royo, EL PAÍS, 14/5/2011