EL MUNDO – 23/09/15 – VICTORIA PREGO
· Susana Díaz ha desembarcado en Cataluña para hablar de lo que no hablan otros: de recuperar el sentimiento de pertenencia a una misma patria y de un futuro en común. Ya están las cosas en un nivel en el que se han orillado por completo las apelaciones de este tipo y puede que ya no haya sitio para consideraciones como ésas. Lo que le sucedió a Rajoy ayer en Reus es un síntoma de hasta qué punto los ánimos de los secesionistas están encrespados en esa tierra.
Es la suya una irritación que según parece tiene su origen en unas supuestas ofensas sempiternas e imperdonables del Estado a Cataluña y probablemente también en esa leyenda, últimamente abandonada, pero que pervive en el ánimo de los airados, según la cual España ens roba. En ese clima de levantamiento contra el enemigo tirano y ladrón se está desenvolviendo esta campaña. Y no es de extrañar, por tanto, que todas las advertencias que alertan de las consecuencias de una hipotética independencia sean recibidas como amenazas directas o auténticos insultos a esta parte del pueblo catalán levantado en ira incontenible.
Y ahí ha aterrizado Susana Díaz, que seguro que no concita ni de lejos el rechazo que se exhibió ayer contra el presidente del Gobierno. Y sin embargo, la Andalucía a la que representa la dirigente socialista es la responsable directa de que en su momento, años 80, los nacionalistas catalanes no lograran su pretensión de que se reconociera la autonomía a su comunidad, junto con la del País Vasco y Galicia. Y nada más. Ése hubiera sido el famoso hecho diferencial al que siempre han aspirado Jordi Pujol y los suyos. Diferenciarse de los demás, eso es lo que ha sido y sigue siendo su sueño.
La causa de semejante patología habría que buscarla entre los pliegues de la Historia no más allá de finales del siglo XIX. Pero en nuestro tiempo fue Andalucía la que se levantó para exigir un trato igual que el que se había otorgado ya a las comunidades llamadas históricas. Fue en ese momento cuando cayó la barrera que separaba a las comunidades de primera de las de segunda categoría. Y hay que insistir en que cayó para siempre.
Quiere eso decir que es del todo seguro que toda modificación de la Constitución que otorgara a Cataluña un trato diferenciado, algún privilegio, alguna consideración especial, que es lo que están proponiendo ahora algunas voces en busca de un espacio de acercamiento, de un terreno en el que sea posible un acuerdo con el independentismo arriscado, se encontraría siempre con la voz alzada de una Andalucía que batalló en su día, y consiguió, igualarse en derechos y competencias con la pretendidamente diferente Cataluña.
Por eso Susana Díaz no necesita entrar en grandes confrontaciones con el independentismo. Sabe que en su tierra está el impedimento mayor para cualquier gobierno que pudiera caer en la debilidad de hacer cesiones a cambio de un periodo, corto, siempre corto, de tranquilidad con Cataluña. Y por eso habla de lo que no habla nadie: de los lazos que nos unen y nos unirán eternamente. Ésa es la parte más amable de su mensaje.
EL MUNDO – 23/09/15 – VICTORIA PREGO