Tonia Etxarri-El Correo

Si Pedro Sánchez no consigue sacar adelante los Presupuestos, podríamos ir a las urnas

Después del confinamiento y la liberación ha venido la tormenta de fuego. El jefe del Estado, el rey Felipe VI, no se fue de vacaciones. Pero el presidente del Gobierno, sí. Y ha sido muy criticado por ello. Tan preocupante es la situación que en Euskadi llevamos una semana de emergencia sanitaria desde que la decretó el lehendakari Urkullu. Y en otros municipios de España han optado por el confinamiento local porque los contagios siguen avanzando. A punto de acabar el verano, con el turismo por los suelos, la vuelta a clase se presenta incierta. ¿Qué plan tiene el Gobierno? Están todas las alarmas tan disparadas que Pedro Sánchez ha adelantado tres días su regreso. La realidad le está esperando a la altura donde le ha dejado el Falcon: en el suelo. No puede eludir los pronunciamientos sobre los problemas más candentes. Se aguarda su reaparición con impaciencia. ¿No piensa facilitar la reforma jurídica necesaria para que las comunidades autónomas puedan adoptar medidas de prevención sin tener que recurrir al estado de emergencia?

Tampoco debería evitar el pronunciamiento sobre el cerco judicial que sufre medio Gobierno. El comodín del respeto a los procesos judiciales carece de credibilidad en su caso. Se aprovechó de una condena al PP en la trama de Gürtel para presentar su moción de censura contra Rajoy. El juez De Prada fue recusado y apartado del tribunal por haberse excedido en sus comentarios pero la resolución judicial no quedó invalidada. Sánchez sigue en La Moncloa impertérrito ante la delicada situación que atraviesa ahora el partido del vicepresidente Pablo Iglesias. Por sospechas de corrupción. Lo de la denuncia del robo del móvil y destrozo de su tarjeta SIM parece más propio de una serie como ‘Oficina de infiltrados’. Pedro sostendrá a Pablo mientras lo necesite. Son 35 diputados. Pero no es casual que Sánchez esté admitiendo a Ciudadanos como ‘animal’ de compañía ahora que la proximidad electoral en Cataluña le aleja de ERC. La batalla del desgaste desde el centro derecha es, de momento, un rasguño para Sánchez. Pero se le puede complicar. Buena parte del ‘Estado mayor’ del PP opina que este presidente se merece una moción de censura. Detectan el grado de indignación de la gente con la pésima gestión del Gobierno en la pandemia. Pero no posarán con Vox. Con el relevo de Cayetana Álvarez de Toledo, el giro de Casado no es hacia el centro sino hacia un modo de escenificar su pulso con el Gobierno. Pero si a estas alturas el recién estrenado como portavoz, Martínez Almeida, tiene que decir la obviedad de que el PP debe ser una alternativa de gobierno, refleja el desconcierto en buena parte de la afiliación. Los barones territoriales del PP que gobiernan en comunidades autónomas presionan para que se le permita a Sánchez aprobar los Presupuestos.

Pero parece difícil que se vaya a dar esa coincidencia ahora. Ya le apoyó Casado tres veces en los sucesivos estados de alarma. Y Sánchez despreció sus votos mientras le reclamaba su adhesión silenciosa. La denuncia del fracaso de Sánchez va a ser el banderín de enganche de Casado. Sigue levantado el muro entre Sánchez y Casado. Por mucho que el PNV haya visto «movimientos soterrados» para forjar un acuerdo entre los dos. Casado promete, como compensación a la defenestración de Cayetana, una oposición más dura. No habrá negociación presupuestaria. No mientras siga Podemos en el Gobierno. Si Sánchez no saca adelante sus Cuentas, podríamos ir a las urnas.