Acaba de llegar a las librerías la obra «¿Derecho de Autodeterminación? Sobre el pretendido derecho de secesión del Pueblo Vasco», obra del sociólogo y diputado vasco Santiago Abascal. Entrevista con el autor.
Santiago Abascal tiene 28 años, es bilbaíno, sociólogo, diputado del Partido Popular (PP) en el Parlamento vasco, concejal en la localidad alavesa de Llodio y presidente de Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco. Como tantos otros cargos electos de PP y PSOE, su vida ha sido marcada por realidades desconocidas para el resto de los jóvenes de España: la exclusión del nacionalismo democrático, la amenaza del nacionalismo violento, y la escolta policial.
Por eso nos alegra la respuesta afirmativa a nuestra pregunta de si ha cambiado para mejor la vida cotidiana de los vascos amenazados por ETA tras los numerosos éxitos policiales contra la banda y la ilegalización de sus organizaciones paralelas: «Sin ninguna duda. Recuerdo a los agoreros que, cuando la ilegalización de Batasuna, decían que la crispación en el País Vasco iba a ser insoportable. Dijo incluso Ibarretxe que se le estaban dando pretextos a los más bestias para hacerse con el control del movimiento abertzale. Pero mi percepción es la contraria. ETA está socialmente desarticulada en el País Vasco, porque el ahogo económico tras la ilegalización ha desarbolado la estructura institucional de ETA».
Un libro necesario
Ahora bien, no entrevistábamos a Santiago Abascal como político, sino como intelectual. El Centro de Estudios Constitucionales acaba de publicar su libro ¿Derecho de Autodeterminación? Sobre el pretendido derecho de secesión del Pueblo Vasco, donde el autor, sociólogo de profesión, en apenas 240 páginas desbroza las razones políticas, jurídicas y morales por las cuales carece de sentido una pretensión nacionalista que aboca a la independencia.
«En realidad», precisa, «el pueblo vasco tiene derecho a la autodeterminación en un sentido democrático, y lo ejerce cada vez que tiene lugar una convocatoria electoral. Pero ni el pueblo vasco ni ningún otro pueblo tiene, porque no figura ni en el Derecho constitucional, ni en el Derecho comparado, ni el Derecho internacional, derecho a establecer las relaciones externas con otros países, ni a regular unilateralmente sus relaciones internas con el resto de las comunidades de España».
Un caso distinto es el del pueblo español (incluido en él el pueblo vasco), «porque la Constitución define que la soberanía reside en el pueblo español. Ninguna Constitución en la historia ha reconocido el derecho a la secesión de las comunidades políticas que lo integran… salvo en dos casos: la Unión Soviética y Yugoslavia». Por tanto, según Abascal, «hay cuestiones que deben quedar al margen del debate y de la decisión mayoritaria: los derechos individuales y la unidad de la nación; no pueden dejarse al arbitrio de las ansias de poder de líderes locales».
Y un libro dañino
Las páginas del libro desgranan estas ideas con precisión conceptual y una coherencia lógica que se percibe enseguida en la claridad con que habla y se hace entender este joven político. Por ejemplo, cuando le interrogamos por lo que entienden los nacionalistas por Pueblo Vasco, donde nos revela la existencia de un manual universitario que envuelve muchas claves de la política actual: El derecho humano de la autodeterminación de los pueblos (1985), de José Antonio de Obieta Chalbaud.
Vayamos por partes:
«El nacionalismo», explica Abascal, «no hace una formulación clara de quiénes componen el pueblo vasco. En las declaraciones de Ibarretxe se entiende de una manera amplia y comprensiva. Pero en otras afirmaciones de líderes nacionalistas, o de Udalbitza, o del Pacto de Estella, queda claro que el pueblo vasco se construye mediante la lógica de la exclusión, u obligando a los vascos con origen en otras provincias de España a asumir la lengua y la política nacionalista, o excluyendo también a vascos con raíces vascas y que hablan la lengua, pero comparten su sentimiento de pertenencia al País Vasco con el de su pertenencia a España».
Es aquí donde entra el manual universitario antes citado de José Antonio Obieta, profesor en Deusto. En él se ha formado toda una generación de políticos nacionalistas. «En mi libro», continúa el diputado vasco, «estudio las tesis de Obieta, que diferencian distintos grados de pertenencia a un pueblo; una es el origen; otra, el sentimiento de pertenencia, y no duda en atribuir calificativos como renegados, tránsfugas culturales o incluso traidores a quienes no posean ese sentimiento en el grado exigido».
Las tesis de Obieta están detrás de la estrategia nacionalista actual, afirma el concejal popular, que se basa en la «exclusión étnica e ideológica, identificando al pueblo vasco con los nacionalistas. De hecho, es fácil observar en los últimos tiempos cómo los líderes nacionalistas comienzan a distinguir entre pueblo vasco y sociedad vasca«.
Los costes morales de las proclamas autodeterministas
Hacemos un inciso durante el cual Santiago Abascal se adentra en uno de los temas más interesantes de nuestra conservación: «Se ha hablado de los costes políticos y económicos de la secesión, como en el célebre estudio coordinado por Mikel Buesa. Pero no tanto de los costes morales y humanos».
«¿A qué se refiere?», interrogamos.
«La reivindicación de la secesión como si fuese un derecho ha ido poco a poco consiguiendo, en la mente de los nacionalistas, una equiparación entre los derechos colectivos y los derechos individuales», responde. Tal erosión moral, llevada al extremo, llega a considerar justificado «privar de sus derechos individuales a quienes negamos los supuestos derechos colectivos». Incluso quitándoles la misma vida.
El futuro del plan Ibarretxe
El próximo domingo tienen lugar unas elecciones al Parlamento de Estrasburgo, y las coaliciones nacionalistas, en particular GalEusCa (en la cual figura el PNV) y Europa de los Pueblos (en la cual figura EA) han hecho bandera justo de lo que expresa el último nombre: una «Europa de los Pueblos». Nos interesa saber si esto es en verdad posible.
«Una Europa de los Pueblos es inviable», sostiene Abascal: «La Constitución Europea es una Constitución de Estados y de ciudadanos, y en el Derecho Internacional los conceptos de Pueblo y de Estado se identifican. Además, en la Unión Europea no se concebiría que una parte de un Estado miembro se separase, y siguiese formando parte de la Unión, pues los países miembros usarían su derecho de veto. No querrían alimentar las tensiones secesionistas».
¿Qué futuro tiene entonces el plan Ibarretxe? «Absolutamente ningún futuro», contesta: «El nacionalismo tiene un único objeto, que es la secesión, y el plan Ibarretxe no es sino una declaración de independencia, formulada bajo capa de una confederación con el Estado español». Es la célebre fórmula de libre asociación o Estado libre asociado. Sin embargo, «España no permitiría en su seno lo que no permite ningún Estado serio», recalca con firmeza el dirigente juvenil del PP.
Por otro lado, ¿en qué quedaría la pluriculturalidad si entrase en vigor el derecho de autodeterminación?, se pregunta. «El ejercicio de tal supuesto derecho conduciría a Estados pequeños uniculturales, con los derechos individuales en peligro, en vez de tener éstos garantizados en un Estado grande pluricultural y en una nación que los protege, como es España».
La responsabilidad del presidente del Gobierno
No podíamos terminar esta entrevista con el ensayista, dejando escapar al político en activo, así que nos hemos interesado también por los movimientos que apuntan a un futuro posible pacto entre el PNV y el PSE-PSOE:
«Es evidente que están tanteando el terreno. En el PNV pueden usar una estrategia maximalista cuando está en el Gobierno el PP, y al ver que no consiguen nada, aceptar alguna negociación cuando cambia el Gobierno; y puede que el Plan Ibarretxe, que saben que es imposible que salga adelante, acabe quedándose en una reforma del Estatuto. De todas formas», apunta, «a mí no me preocupan tanto las intenciones del PNV como las del PSOE: saber qué van a hacer cuando se está produciendo una ofensiva tendente a quebrar la unidad constitucional. ¿Está dispuesto el PSOE a alguna concesión más? Sería un error de primera magnitud, y convertiría a José Luis Rodríguez Zapatero en un político lamentable».
Las páginas de ¿Derecho de Autodeterminación? Sobre el pretendido derecho de secesión del Pueblo Vasco (Centro de Estudios Constitucionales, 2004) están escritas con tanto rigor académico como desenvoltura y claridad. Es el lenguaje políticamente incorrecto, el lenguaje de llamar a las cosas por su nombre ante un problema que muchos no quieren ver, el que hablan Santiago Abascal y otros dirigentes públicos de todos los signos frente al peligro de una secesión que bastante más de la mitad de la sociedad vasca no quiere.
Junto a ese ejemplo de valentía personal, hacen falta razones y argumentos, y por eso este libro está llamado a ejercer su influencia y a asentar en sus lectores convicciones firmes. En el País Vasco… y fuera de él, que es donde probablemente hacen más falta.
EL SEMANAL DIGITAL, 8/6/2004