VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 19/11/14
· Esto se cae. El Estado se tambalea en sus fundamentos, y no a causa de los independentistas de Cataluña, que no tendrían fuerza ni de lejos para hacer temblar el sistema, sino porque los responsables políticos han dejado durante tantos años que el sistema se debilitara tan gravemente, que el episodio de Cataluña lo único que ha hecho es ponerlo finalmente en evidencia.
Pero Cataluña está al mismo tiempo en el origen de ese debilitamiento, conseguido con el regocijo nacionalista y con la aquiescencia de todos los que han gobernado España durante estas tres décadas de democracia.
Lo que acaba de suceder con los fiscales catalanes lo demuestra. El Estado democrático, que debería haber mostrado su fortaleza sin dudas y sin titubeos desde el primer momento en que se puso en pie, optó, también es verdad que con el aplauso de todos los españoles, por hacer cesión de su poder, de sus facultades y de sus competencias en aras a un mejor clima de convivencia. Nunca hasta ahora abandonó esa actitud. Y ahora es ya demasiado tarde para recuperar su lugar y su función. Los nacionalismos han impregnado todas las instituciones de tal manera que han conseguido penetrar y contagiar incluso al Poder Judicial, lo cual es la más grande desgracia a la que podamos enfrentarnos los españoles.
El escrito de la Junta de Fiscales de la Fiscalía Superior de Cataluña es la demostración de que esos fiscales no desean querellarse contra Artur Mas y buscan para ello argumentos imposibles de sostener en cualquier caso que no afectara al líder del movimiento independentista que se sustanció en esa pretendida consulta del 9-N.
Decir, como dicen estos fiscales, que el Tribunal Constitucional en realidad no dio ninguna orden porque se limitó a aplicar el artículo 162.1 de la Constitución; decir que, puesto que no había una orden concreta, no había ningún destinatario al que dirigirla; y decir que hay que poner en duda la convicción real del Alto Tribunal a la hora de acordar la suspensión de toda acción tendente a organizar la famosa consulta; decir todo eso demuestra la voluntad de retorcer hasta lo grotesco la evidencia con el sólo fin de eludir su responsabilidad, que es la de presentar una querella contra Mas y sus ayudantes en la operación.
Y no sólo eso: el fiscal superior arguye la repercusión pública del asunto para justificar que no se emprendan acciones legales contra el líder. Exactamente lo contrario de lo que debe hacer la acción de la Justicia: no distinguir entre unos y otros porque todos son iguales ante la ley. La contemplación del nacionalismo infiltrado, como la niebla, en el alma de las instituciones del Estado contaminándolas definitiva y mortalmente es un espectáculo trágico. En estas condiciones se hace casi imposible recuperar la vertical. Por eso digo que esto se cae.
VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 19/11/14