La de ETA es una matanza continuada inédita en la historia española desde La Mano Negra y el anarquismo andaluz. Muy a la española, como el Tío Pepe o las corridas de la Feria de Bilbao. Ya hay dos generaciones, padre e hijo, en la cárcel. Ochocientos asesinatos y ochocientos presos. Negociar con estos ángeles caídos induce a la melancolía porque algunos comulgan tras dar un tiro en la nuca.
FICHA del libro comentado:
Título: Vidas rotas.
Autor: Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey.
Edita: Espasa.
Precio: 30 euros.
En el verano de 1968, el estudiante de Ciencias Económicas Francisco Javier Etxebarrieta sorprendía a su compañero de habitación mostrándose desnudo ante un espejo de cuerpo entero y apuntándose con una pistola. Como en un ritual de autoinmolación comentó a su condiscípulo: «Hasta que no haya un muerto ésto no irá para adelante». Poco después asesinaba friamente al guardia civil de carreteras José Antonio Pardines y la sociedad española descubrió que existía una organización armada e independentista autodenominada Euskadi ta Azkatazuna, Patria Vasca y Libertad, ETA.
El libro «Vidas rotas» es tan voluminoso como la historia pormenorizada de la banda porque con sus más de ochocientos muertos derrama todo el dolor, inútil, fracasado de estos hijos de Sabino Arana, fervientes partidarios de la pena de muerte sin juicio ni apelación. ETA es una pasión inútil. Ellos y sus condescendientes arguyen que pueden continuar así hasta que finalice el siglo XXI y aún más. Aunque van adelgazándose hasta la anorexia.
Euskadi no es Irlanda del Norte ni las Islas Feroe ni la Franja de Gaza. El independentismo vasco anida en la mente tuberculosa de Sabino Arana quien un día tuvo una visión y se fue a Lourdes en viaje de luna de miel, desdiciéndose en la hora de su temprana muerte de todas sus atrocidades antropológicas de los castellanos. Tal como un Don Quijote recuperó la lucidez en la hora postrera. El PNV sólo edita censuradas «Las obras completas de Arana» que no puede sostener intelectualmente. Este necronomicón o libro de los muertos corresponde a un trabajo de documentación de muchos años de Rogelio Alonso, profesor de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos, con un master por la Queen University of Belfast y es autor de cinco libros sobre terrorismo, entre ellos «The IRA and armed stuggle». Florencio Dominguez, doctor en Comunicación y autor de varias obras sobre terrorismo etarra, y Marcos García Rey, doctor en Prevención del Terrorismo en la Universidad Rey Juan Carlos, licenciado en filología árabe y master en relaciones internacionales. Un trabajo de romanos para gente de calidad universitaria que no se deja arrastrar por el sentimentalismo.
Se dijo en sus inicios que en ETA estaba lo mejor de cada casa; hoy son lumpemproletariado, como el caso de De Juana Chaos, hoy emboscado en Irlanda del Norte. Los presos carecen de esperanza y una Euskadi independiente está tan cerca como el residual independentismo corso: ya lo dijo Txomin, «el mítico»: «Perderemos los zulos y Francia se nos echará encima. Es hora de negociar». Como predecente al asesinato del guardia civil Pardines, queda la muerte en 1960 de Begoña Urrotz, de veintidos meses, destruida por una bomba incendiaria colocada en la estación de Amara, en San Sebastián. Comenzaron con un infanticidio hasta llegar al magnicidio del almirante Carrero Blanco. No han dejado de tocar capa social, como cuando un sicario asesinó a un policía nacional en un garaje matando también a su esposa embarazada a la que acompañaba a sus controles ginecológicos, y eso que había un pacto tácito entre policías y terroristas para no tocar en esta absurda contienda a las familias, acuerdo de machos que los etarras nunca cumplieron. El libro es una causa general contra una banda de sanguinarios. La de ETA es una matanza continuada superior al 11-M en Madrid e inédita en la historia española desde La Mano Negra y el anarquismo andaluz. Total que muy a la española, como el Tío Pepe o las corridas de la Feria de Bilbao. Ya hay dos generaciones, padre e hijo, en la cárcel. Ochocientos asesinatos y ochocientos presos. Negociar con estos ángeles caídos induce a la melancolía porque algunos comulgan tras dar un tiro en la nuca. Lo dicho: son un incordio anal y es cierto el sarcasmo de Indalecio Prieto sobre una republiqueta vaticana en el Cantábrico.
Martín Prieto, LA RAZÓN, 10/2/2010