He visto en alguna columna análisis sobre el racismo y el supremacismo catalán que afloran en el colegio ‘El Turó del drac’, de Canet de Mar, contra un niño de cinco años cuyos padres quisieron que recibiese en español el 25% de las clases que había establecido el TSJC en sentencia ratificada por el Supremo. Se ha citado al Ku Klux Klan, la expresión más brutal del racismo que han conocido los Estados Unidos en su historia.

Se comprende la intención pero parece una analogía más bien aproximativa. En EEUU, en 1960, una niña negra de seis años, llamada Ruby Bridges, fue matriculada por sus padres en una escuela de Nueva Orleans. La Corte Suprema había declarado ilegal la segregación racial el mismo año en que nació Ruby, pero en los estados sudistas había resistencias. En 1960 para que un escolar negro entrara a una escuela para blancos tenía que alcanzar un buen rendimiento académico. Lo alcanzaron seis, pero solo Ruby Bridges quiso ir a la escuela. Hay fotos magníficas de la pequeña Ruby con su vestidito blanco y rodeada por cuatro agentes federales grandes como armarios de tres cuerpos rodeándola para protegerla.

Esta es la diferencia básica entre Ruby Bridges y el niño de Canet. Los poderes públicos garantizaron el derecho de una niña negra de Louisiana a asistir a clase, mientras nadie garantiza al niño del Maresme su derecho a recibir en español la cuota establecida por el TSJ. La Generalidad desoye las sentencias y un mosso d’Esquadra, Albert Donaire, propone el aislamiento del escolar díscolo: «los padres del resto de familias deberían dejar al niño de esta familia solo en clase. Los niños no vuelven a clase hasta que esto no se arregle. «

El resultado fue muy parecido para la pequeña Bridges, porque los padres de sus compañeros obligaron a estos a dejarle el aula para ella sola. Pero en Cataluña y aun en España no hay agentes federales que se encarguen de garantizar los derechos de los ciudadanos y el cumplimiento de las sentencias. En Canet hay tipos, no hay manera de llamarles ciudadanos, como el tal Jaume Fàbrega que se muestran partidarios de apedrear la casa del escolar. Es un signo de contención que el presidente de la Generalidad no se ofrezca para lapidar, siquiera sea simbólicamente a este niño y a su familia. Aquí tenemos también las AMPAs, que tanto han contribuido a degradar aún más, dentro de sus posibilidades, la enseñanza. La de Canet ha creado una plataforma web para hostigar al niño y a sus padres y ayer convocó junto a Junts per Cat, ERC y la CUP a manifestarse  ante la escuela de Canet a las 4:30 que es la hora de salida de los niños. No fueron muchos los asistentes, poco más de un centenar, pero la falta en lo cuantitativo lo compensaban con un suplemento cualitativo de infamia. No podía faltar el Defensor del Pueblo, Angel Gabilondo, ojalá hubieran hecho caso a Díaz Ayuso:«De lo que hemos conocido hasta ahora, yo digo que no hemos conocido lo que tenemos que conocer para poder tomar una resolución». La gallina. El TSJC ordena preservar la intimidad de la familia y la improbable ministra de Educación, tras decir que “no es competencia nuestra”, llama a su homólogo catalán para pedirle que proteja a la familia y al menor. Si no se obedecen órdenes ni se acatan sentencias ¿por qué iban a    obedecer esta? Y bien se ve que la ministra Alegría es nueva. Las órdenes se las da el golpismo catalán a la banda de Sánchez, no al revés.