Miquel Giménez-Vozpópuli
La política catalana se dirige desde la cárcel, por una parte, y desde Waterloo, por la otra. Y ambas se enseñan los dientes
El no de Esquerra a los Presupuestos de Sánchez lo decidió personalmente Oriol Junqueras desde la cárcel de Lledoners, según hemos podido saber por fuentes próximas a este. El líder republicano no piensa tolerar que Carles Puigdemont se lleve el gato al agua en lo que juzga un momento decisivo para su partido. Junqueras planea el sorpasso definitivo en estas municipales y europeas. El escarmiento que sufrió en las autonómicas del 2017, en las que Esquerra iba como ganadora y acabó por detrás de Puigdemont, lo tiene sumamente atento en todo lo que sea ceder ni un milímetro al de Waterloo. De ahí el repentino – aunque previsible – puñetazo en la mesa que ha dado por boca de su portavoz en el Congreso, Joan Tardá. Es la reacción ante los continuos gestos por parte del fugado para acaparar la atención periodística en estos días que anteceden al juicio, en el que los puigdemontianos saben que Junqueras será el eje principal.
En este sentido, este lunes se ha seguido con especial atención por parte de la cúpula republicana la reacción del PDeCAT. Y es que los navajazos entre separatistas ya no se ocultan a la vista del público, de ahí que en una entrevista concedida a Associated Press, Puigdemont se haya reivindicado como una víctima, diciendo “permitir que me pudra en el exilio para que nadie me escuche también es una forma de castigo”, añadiendo su temor a que, tras la sentencia, se vuelvan a activar las euroórdenes en su contra. El círculo de quienes le asesoran aconseja que potencie la imagen de perseguido, de proscrito, incluso, a su actual condición, frente a la de mártir heroico que está en la cárcel por defender sus ideas que proyecta Junqueras en el electorado separatista. “Tiene mala conciencia. Debe ser por culpa de tanto champán y tantas langostas”, nos decía irónicamente un dirigente de Esquerra. “Oriol está tranquilo, muy tranquilo”, añadía, ante los días venideros en los que el reo sabe que sus palabras serán medidas cuidadosamente, tanto por partidarios como por adversarios. También es consciente de que el Gobierno analizará sus declaraciones, porque lo que se ventila en el juicio, más allá de consideraciones penales, es quién será el partido que detente la hegemonía en el terreno nacional separatista de cara a los próximos años. Junqueras pretende recuperar la vieja táctica pujolista de ir negociando el día a día, manteniendo la independencia como un objetivo a medio-largo plazo, sabedor que una nueva improvisación sería desastrosa. Esto choca frontalmente con la estrategia de Puigdemont, que busca el conflicto, la bronca y la agitación callejera, porque sabe que, en el fondo, lo tiene perdido. Apostó fuerte y salió mal.
Con las espadas levantadas, el portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol, salía en tromba tras el anuncio de Esquerra para anunciar a bombo y platillo que el PDeCAT también presentaría una enmienda a la totalidad
Con las espadas levantadas, el portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol, el hombre al que persiguen los patinetes, salía en tromba tras el anuncio de Esquerra para anunciar a bombo y platillo que el PDeCAT también presentaría una enmienda a la totalidad, dándole de plazo hasta el viernes a Sánchez para que admitiera el derecho a la autodeterminación. Es decir, que debe conculcar la Constitución y aceptar el trágala separatista o no habrá Presupuestos. Tamaña enormidad le ha salido mal al vocero de Puigdemont, porque, al poco de comparecer, el partido que preside David Bonvehí lo desautorizaba de manera rotunda en un comunicado en el que, de manera seca, se decía que solamente el PDeCAT podía hablar en nombre de esa formación. Recordemos al lector que la coalición de JxC fue un subterfugio de la ex convergencia, como otros muchos, para no concurrir a las urnas con su nombre, y que allí conviven los sectores más moderados junto con los hiperventilados más conspicuos.
Así pues, si es cierto y constatable que Esquerra y ex convergentes andan a la greña por las esquinas, no lo es menos que dentro de las propias filas de los herederos del pujolismo también se ha producido un cisma prácticamente insalvable. Según hemos podido conocer, mientras este lunes Junqueras ha mantenido sus actividades habituales, escribiendo con la mayor tranquilidad, entre los presos pro Puigdemont reinaba una cierta preocupación. Es lógico. El fugado, en la entrevista a la que hemos aludido, insistía en la DUI, en la vigencia de la República, en la insurrección y en todo aquello que puede perjudicar, y mucho, a los acusados en el momento en que se dicte sentencia. Porque, al final, solo existe una diferencia: los dirigentes separatistas instigadores del golpe de Estado que están en la cárcel y los que no. Y, lógicamente, los primeros se sienten molestos cuando son los segundos quienes pontifican, argumentan y, además, pretenden dictar el curso de la estrategia política. ¿Habrá alguna defección entre los presos que, hasta ahora, se han posicionado favorables al fugado? Un pajarito nos susurra que todo podría suceder.