EL MUNDO – 23/09/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS
· Si Rajoy no hubiera decidido hace tiempo llevarnos de las orejas a votar por tercera vez, o cuarta, o quinta, hasta que nos rindamos y pueda sestear en La Moncloa un lustro más, la negativa tajante de Rivera ayer a formar Gobierno con Sánchez y Podemos sería la gran noticia política del día, porque deja claro que el respeto a la Nación y a la Constitución es un límite que Pedronono tendrá que franquear solo. Si tuvo el apoyo de C’s cuando Rajoy se rajó ante el Rey dos veces y éste encargó a Snchz formar Gobierno, fue para evitar el pacto con Podemos, cuya dependencia de la patulea separatista es hoy más fuerte que en la última legislatura abortada.
Y si le invitó a abstenerse y dejar gobernar al PP en esta legislatura medio muerta fue precisamente por lo mismo: para evitar un Gobierno de Frente Popular Revolucionario en el que el PSOE sería esclavo de Podemos y la partida de Iglesias sería sierva de las mareas, bascas y vómitos separatistas.
Pero como estamos en campaña electoral desde antes de que Rajoy dijera aceptar las medidas anticorrupción de C’s para formar Gobierno pero ya había nombrado en secreto a Soria, nadie hablará hoy del tuit de Rivera: «Un gobierno de 85 escaños, con división interna, dependiente de 44 partidos, es inviable.
Ningún político debería anteponer su silla a España». Y sin embargo, es la mejor radiografía de la fantasmada que Pedronono va a comunicar al Sanedrín del PSOE, obligando a retratarse o retractarse a los críticos, dejando en el andén del AVE a Susana Díaz y ganando el tiempo necesario para que Rajoy finja penita porque España siga sin Gobierno (o sea, con Rajoy en La Moncloa) controle su alegría y no proclame, exultante, que «en unas nuevas elecciones vamos a sacar muchos más votos», antes de llevarnos, por tercera vez en un año, al huerto de las urnas.
Cabe la posibilidad de que Pedronono, que podría ser el dueño de la situación política con una abstención condicionada en el tiempo, intente de verdad hacer presidenta a su señora y presidente de hecho a Pablo Iglesias. La estupidez humana es el único ingrediente imposible de calcular. El PSOE se partiría en tantos pedazos como la rugiente marabunta podemita, pero aquí ya todo parece posible, hasta que Sánchez quiera ser, como Iglesias, el Lenin español. O sea, el Kerenski de las Batuecas.