Iñaki Ezkerra-El Correo

  • El partido de Urkullu solo piensa en ‘el día después’ de las autonómicas vascas

Es el verdadero motivo por el que se ha impuesto, en el PNV, el ‘no es no’ a avalar la investidura de Feijóo: el partido de Urkullu solo piensa en ‘el día después’ de las autonómicas vascas y en que necesitará los votos socialistas en la Cámara de Vitoria para poder formar Gobierno, como lo ha hecho en las dos últimas legislaturas. Los necesitará más que nunca por esas buenas expectativas que las encuestas dan a EH Bildu y que lo sitúan por encima del partido fundado por Arana. Y, sin embargo, es en esa debilidad donde reside el gran argumento para apoyar esa misma investidura que ya se da por perdida.

Si el PNV opta por perseverar en la senda sanchista, no solo perderá en las elecciones vascas de 2024 los votos de esa juventud que se le está yendo con las huestes de Otegi, sino también los de todo ese sector del electorado constitucionalista que en estos últimos años ha dejado de votar al PP por sentido práctico y porque veía en el PNV un dique de contención a EH Bildu y a Podemos. El PNV llegará de este modo a los comicios de 2024 con una debilidad sin precedentes que le obligará poco menos que a mendigar el apoyo del PSE-EE para reeditar ese Gobierno bicolor que le ha venido solucionando la papeleta del poder desde hace siete años.

Frente a esa situación de precariedad, la alternativa del apoyo a Feijóo se presenta un tanto más saludable para los propios intereses peneuvistas. Para empezar, todo el escenario político sería distinto en las autonómicas de 2024. Feijóo estaría en La Moncloa, el PSOE en la oposición y a Sánchez se lo habría tragado la tierra. La pregunta que cabe hacerse es si en ese escenario el partido de Eneko Andueza iba a tener humor suficiente para embarcarse en un Gobierno con un socio tan problemático e inestable como EH Bildu. Un socio que deberá en buena parte su ‘sorpasso’ electoral al declive nacional de Podemos y que continuamente le exigiría pagar cuotas de extravagante radicalidad en un contexto que ya no sería tan favorable como el del sanchismo frankensteniano. Creo que en ese contexto, tan opuesto al de hoy, el PSE-EE volvería a ver en el PNV la opción más segura como socio. Sí es verdad que tendría que guardarse el resquemor frente a quienes desalojaron al PSOE del poder. Pero ése sería el mismo resquemor que tuvo que guardarse el PNV para volver a pactar en 2016 con quienes les había echado de Ajuria Enea y de Lakua en 2009.

Sí. Ya sé que es inútil y que la suerte está echada, pero insistiré en mi pregunta: ¿No le convendría al PNV llegar a las autonómicas de 2024 más fuerte que nunca (esto es, habiendo conservado el voto constitucionalista de la estabilidad) en vez de embarcarse en ese Lizarra sanchista en el que no va a ser el socio vip?