«Prescindible». Así definió Sánchez su reunión exprés con Rajoy en el Congreso. Fuentes socialistas consideran que la cita formaba parte del «paripé de Rajoy, un guión que dice que pase lo que pase la culpa la tiene Sánchez. Rajoy ha ido sin propuestas. Lo único que pretende es gobernar sin oposición».
Sánchez considera que el pacto firmado este fin de semana entre el PP y Ciudadanos no altera su mantra del no, pese a que Rivera lleva un par de días recordándole que 100 de las 150 medidas estaban en el acuerdo de Gobierno PSOE-C’s de febrero. «Es un programa de Gobierno conservador y continuista. Si teníamos razones para el no a Rajoy, ahora tenemos más tras un acuerdo que no rectifica de manera clara y contundente las leyes impuestas por el PP en sus años de mayoría absoluta: reforma laboral, educativa o de cómo posterga la reforma constitucional», fue su reflexión.
El PSOE califica el proceso de investidura de esta semana de Rajoy como la «crónica de una derrota política anunciada». Todos los partidos lo saben. Lo asumen. Incluido el PP. Sánchez camina sobre la indefinición de cara al nuevo escenario político. «El PSOE estará siempre en la solución», dijo. Pero no aclaró cuál es su solución. Mantiene el no a Rajoy y a terceras elecciones. No da más pistas. De momento, siembra ambigüedad. «El proceso de investidura es dinámico y no acaba el 2 de septiembre. Cuando se llegue a ese río, cruzaremos ese puente», fue su enigmática explicación.
Respecto a la convocatoria de un Comité Federal del PSOE que pudiera variar el sentido del voto de los 85 diputados socialistas, Sánchez se mostró ayer dispuesto a abrir un debate interno si hay «hechos nuevos». Y cuestionado sobre si la celebración de las elecciones vascas y gallegas el 25 de septiembre puede hacer variar la escena política, respondió: «En la vida política hay que contemplar todos los escenarios que se puedan producir en las próximas semanas».
Más claros que Sánchez fueron ayer otros socialistas. Ximo Puig, presidente autonómico y líder del PSOE en la Comunidad Valenciana, insistió en el «proceso de reflexión» que considera que deberían hacer «todos los partidos» si esta semana no hay un nuevo Gobierno. José María Barreda, ex presidente de Castilla-La Mancha, sostuvo también que «de la misma manera que ahora tenemos claro que hay que decir que no, después dependerá de la coyuntura que se abra; no podemos estar en la cerrazón del no para siempre, ocurra lo que ocurra».
En estos momentos, el rechazo de Pedro Sánchez a que gobierne Rajoy aboca a la política española a un nuevo tiempo muerto. Otra etapa de barbecho que se inicia esta semana con una infructuosa sesión para investir al candidato del PP y que podría concluir después de las elecciones gallegas y vascas. Rajoy pronunciará hoy un discurso en el Congreso en el que, más que presentar su proyecto o su acuerdo con Ciudadanos, destacará el coste que supone para España no tener Gobierno. Sus argumentos no evitarán el rechazo mayoritario de la Cámara.
Sabedor de que se enfrenta a una investidura fallida –un trance que Rajoy siempre ha querido esquivar–, el candidato popular ratificó ayer su voluntad de continuar intentándolo. «Lo voy a seguir intentado por responsabilidad», dijo en su comparecencia en el Congreso tras su breve cita con Sánchez. «Con el PSOE», confirmó, que es «quien tiene la llave». «Desbloquear no es apoyar», defendió. No obstante, Rajoy no ofreció ningún dato sobre qué podría ofertar al PSOE para variar su posición.
Fuentes populares se mostraban ayer esperanzadas en que los resultados de las elecciones gallegas y vascas modifiquen el escenario de bloqueo actual. La tesis del PP es que sólo la «presión interna» puede obligar a Sánchez a reconsiderar su postura, pero admiten desconocer los resortes que podrían impulsar este cambio. Por ello, contemplan la derivada de las gallegas y las vascas como un elemento que puede mover el tablero. Si después del 25-S el PNV necesitara los votos del PP para continuar en el Gobierno vasco, eso –señala el PP– facilitaría un acuerdo a nivel nacional. Esta sería la situación ideal, pero podrían producirse otras como que el PSOE se desplomara en las dos comunidades o que se planteara un pacto entre En Marea y el PSdeG que abriría un debate en las filas socialistas.
En todo caso, el PP se ha esforzado por que en su pacto con Ciudadanos no haya nada que pueda soliviantar al PNV. Pese a que los vascos han criticado duramente el acuerdo, fuentes populares confirman que han prestado atención a sus posiciones a la hora de suscribirlo. Con Rajoy decidido a seguir intentándolo, los cinco votos del PNV pueden ser muy valiosos en una hipotética segunda investidura. Con ellos el PP estaría a sólo uno de la mayoría absoluta.
Rajoy reiteró ayer su convicción de que Sánchez no puede armar una alternativa porque requiere del concurso de los independentistas. «No hay alternativa viable que no sean las elecciones», señaló. «Y con nuevas elecciones corremos el riesgo de que nos tomen a broma».