Juan Fernández-Miranda-ABC
- El 41 Congreso está siendo victimización, culto al líder y el zapaterismo como guía. Pero hay preocupación porque el Supremo está muy cerca del presidente
Ha nacido un nuevo PSOE, pero no le será fácil liberarse del aroma inconfundible de las etapas finales. Si la vejez es una vuelta a la infancia, Pedro Sánchez está volviendo a los orígenes. Con la militancia empezó todo, con la militancia inicia este nuevo periodo. Ese es su refugio: «Hacía treinta años que no venía a un congreso, porque era muy difícil y había que tener enchufe, pero a este ha sido muy fácil porque nos han invitado», decía una afiliada de base ya jubilada y encantada con el secretario general. «Somos un partido de militantes», decía otra sintiéndose partícipe de las decisiones que toma su partido.
Pedro Sánchez tomó el poder porque supo enfrentar a militancia con dirigencia, y a ese monstruo después hay que alimentarlo. ¿Cómo? Victimismo y radicalismo. Y ahí son impagables María Jesús Montero y Santos Cerdán, los dos soldados más eficientes de estos últimos tres años en ese ejercicio tan de partido político como es el culto al líder.
Pero el secretario general no se casa con nadie, salvo con Begoña Gómez, y ayer envió dos mensajes claros sin tener que abrir la boca: cuando llegó al plenario en el que se iba a inaugurar el 41 Congreso lo hizo solo, sin su núcleo duro, que había entrado un minuto antes bailando otra canción. Luego apareció él bajo el ritmo de Starlight, de Muse. El líder supremo es un hombre moderno. La segunda fue que delegó el papel de defender la gestión de los últimos tres años a Santos Cerdán, el secretario de Organización. Con él empezó el festival de autobombo y victimización, de presentación de un proyecto como negación del adversario. La frase fue esta: «Se ha producido una cacería humana en sede judicial». Y se reafirmó: «Sí, también en sede judicial. Nunca hubo un ataque similar a un presidente legítimo».
Esto es comprar la teoría del ‘lawfare’ y supone una kirchnerización (de Cristina) de la estrategia socialista. La expresidenta argentina llegó a decir que la condenaron por ser mujer, a pesar de que había robado a manos llenas. Y la izquierda mundial, también la española, la apoyó. Casualmente, un rato después, el PSOE rehabilitó y ovacionó a Manuel Chaves y a José Antonio Griñán tras el borrado en el caso ERE: «Gracias Manolo, gracias Pepe». Da igual que no hayan sido absueltos de todos los delitos por el Tribunal Constitucional, y que la Audiencia Provincial deba dictar una nueva sentencia. Y da igual que el desfalco que se produjo bajo sus gobiernos sí haya sido probado.
«Un discurso kirchnerista de enfrentamiento contra los medios y la justicia», dijo a ABC alguien de la vieja guardia preso de la nostalgia. Kirchnerismo y victimismo. Incluso Zapatero, que ayer volvió a ser ovacionado, homenajeó a su exministra Magdalena Álvarez.
«A los de siempre»
Que el partido no está bien es una obviedad, aunque en el escenario del congreso de Sevilla todo ha sido autobombo y ataques a la ultraderecha: no hubo un solo discurso en el que no se mencionara como argumento sustancial el ataque a PP y a Vox: «Hay ingente cantidad de dinero intentando desprestigiar la política y dando el empoderamiento a los de siempre», dijo Montero dando espacio a las teorías de la conspiración que sitúan al Gobierno en el centro de una estrategia de acoso coordinado entre los jueces, las empresas y los medios de comunicación.
Pero abajo, en los pasillos, entre los dirigentes y los cuadros, hay tanto silencio como cierta sensación de angustia por los escándalos que acechan cada vez más no solo al Gobierno, no solo al partido, sino al presidente. Eso sí, la preocupación se sobrelleva como aquel anuncio de Hemoal: en silencio. La directriz oficial es proyectar una imagen de que aquí no pasa nada. Pero sí pasa, y la pregunta que nadie se hace en alto (pero todo el mundo cotillea) es hasta dónde puede llegar el Lobatazo: ¿al ministro Óscar López? ¿Al presidente? ¿O a alguien más? «Lo que me extraña es que no haya salido Rafael Simancas, muy cercano a Pilar Sánchez Acera. Ella sube a Moncloa porque va allí Simancas», dicen desde el PSM, la federación socialista más incómoda en este congreso tras quedarse sin líder hace tan solo tres días. «Estamos en estado de ‘shock’. Nadie lo entiende, no hay explicación racional en su comportamiento». Al Gobierno le preocupa lo que pueda pasar en el Supremo, por eso dan pábulo al ‘lawfare’, pero a la vez están contentos con la muerte política de Lobato, porque hace tiempo que Sánchez lo había señalado. En el partido hacen quinielas, pero hay una dupla en cabeza: «será un López: Óscar o Enma».