ABC 05/02/14
· Desautoriza al abad de Montserrat, quien dijo que el Papa Francisco reconocería al hipotético «Estado» catalán.
La Nunciatura Apostólica en España desmintió ayer que «un eventual Estado catalán sería reconocido por el Vaticano», como aseguró el abad de Monserrat, Josep María Soler, el pasado día 23 en un coloquio en el Born Centre Cultural de Barcelona. Durante ese encuentro, el abad benedictino dijo frases como que «el Papa Francisco está al corriente del proceso (soberanista)» o que «la práctica normal de El Vaticano si hay un Estado nuevo es reconocerlo y establecer relaciones diplomáticas con él».
En un escueto comunicado, la Nunciatura precisó ayer que «las mencionadas declaraciones del abad son opiniones de su exclusiva responsabilidad personal y no reflejan en absoluto la posición de la Santa Sede». Consultada por ABC, desde la Abadía declinaron ayer hacer ningún tipo de comentarios al respecto.
Desde la llegada del diplomático italiano Renzo Fratini a la Nunciatura Apostólica, en agosto de 2009, es la primera vez que la Santa Sede desautoriza en público a un religioso de la Iglesia catalana que defiende el proceso soberanista. La piedra de toque ha sido sin duda la utilización del Vaticano por parte del abad como valedor de un Estado independiente.
Tesis independentistas
Al frente de un monasterio muy vinculado al nacionalismo —en Monserrat se fundó la Convergència (CDC) de Jordi Pujol—, Soler acumula una retahíla de declaraciones en favor de las tesis independentistas y en defensa una consulta secesionista como la que lidera el presidente de la Generalitat, Artur Mas, de CiU. En el año 2012, el abad de Montserrat afirmó que la Doctrina Social de la Iglesia reconoce a Cataluña como nación y, por tanto, el derecho a reivindicarse como tal. «También a nivel de decidir cuál debe ser el futuro de Cataluña», añadió.
En noviembre del año pasado, Soler participó en el Palau de la Generalitat en la conmemoración del 50 aniversario de la denuncia que hizo su antecesor, el abad Aureli M. Escarré, cuando deslegitimó públicamente el régimen de Franco. «Entre los derechos humanos también está el derecho a decidir», sentenció Soler en su intervención.
La voz del abad de Montserrat en favor de las tesis nacionalistas no son un verso suelto entre los prelados catalanes. El obispo de Solsona, Xavier Novell, llegó a declarar el pasado mes de septiembre que «el derecho de los pueblos a decidir es más importante que la unidad de España». También aseguró que «la Santa Sede debería pensar en crear una Conferencia Episcopal propia de un país nuevo».
Otro obispo catalán afín a la causa de Mas es Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de Barcelona, quien en una ocasión aseguró que la Iglesia respetaría el resultado de una consulta sobre la independencia en Cataluña. Pero hablaba sólo por la iglesia catalana.
A estos prelados también se han sumado órdenes religiosas y grupos católicos muy conocidos en Cataluña. Medio centenar de estas instituciones, amparándose en la Doctrina Social de la Iglesia, se sumaron el pasado mes de noviembre al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. La propia Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal Española, ha tenido que salir en reiteradas ocasiones a la palestra para aclarar que la Doctrina Social de la Iglesia no admite el derecho a la secesión en países soberanos. «La Iglesia reconoce el derecho a la autodeterminación solo en el caso de una colonia o una invasión injusta», recordó el entonces secretario general Juan Antonio Martínez Camino en una entrevista a ABC.
Cuestión moral
Desde Añastro, los obispos han recordado también que el proyecto soberanista es una cuestión política con implicaciones morales en la que está en juego el bien común, la paz y la convivencia. Por ello, en sendos documentos del año 2002 y 2006 han defendido la unidad de España como «un bien que hay que tratar con responsabilidad moral».
Salvo en estos textos, la Conferencia Episcopal se ha mantenido al margen del debate soberanista. Su principal preocupación ha sido la deriva secularizadora del nacionalismo. Mientras algunos obispos catalanes dirimen sobre cuestiones políticas, sus iglesias y seminarios están cada vez más vacíos.
ABC 05/02/14