Juan Van-Halen-El Debate
  • Y Sánchez mantiene un antitrumpismo latente que incluye la apuesta por la empresa Huawei, también en sistemas de defensa. Buena parte de nuestros aliados naturales no entienden estas decisiones. Y ahora Sánchez decide que Felipe VI viaje a China. ¿El Rey de nuevo utilizado?

Un viejo amigo me pregunta cómo veo el futuro y en qué políticas triunfa Sánchez. Todavía hay ciudadanos que no sólo se preocupan por la actual situación; también por saber a dónde vamos. Podrían encontrarse respuestas más o menos entonadas para otros políticos; para Sánchez no, sobre todo en lo que atañe al futuro. ¿A dónde vamos? No aseguro que el propio Sánchez lo sepa. Creo que no piensa en el día de mañana y resuelve lo que le llega como puede. Con lo que vivimos desde las políticas a las que se refiere mi amigo, recordaré a Ray Bradbury: «No trato de describir el futuro; trato de prevenirlo». El maestro de la ciencia ficción literaria, creador de tiempos incógnitos, creía que el futuro debía prevenirse. Soy futurista y me ocurre lo mismo respecto a Sánchez, y eso que no ha definido el universo infinito, como hizo Zapatero en ocasión memorable.

No me referiré a en qué triunfa Sánchez como quiere mi amigo; me lee y lo compartirá: en nada. Pero sí a nuestro futuro que Sánchez condiciona. Sobre todo, por sus decisiones en política exterior. A veces las opciones vitales dependen de las buenas o las malas compañías; que te sumen o te resten. En las cuentas parlamentarias de Sánchez sus compañeros gubernamentales y añadidos eran buenas compañías; le venían sumando días en Moncloa, pero últimamente le mantienen en un sinvivir y no son tan buenas. No sabe hasta cuándo le arroparán. Ya prefiere irse al cine. Lo mismo le ocurre en política exterior: elige mal. No creo que siga los consejos del mínimo y dulce Albares, ensimismado en su único reto: que el catalán sea reconocido como lengua en la UE. Lo cierto es que Sánchez puede meternos a los españoles en un buen lío.

El prestigio de Sánchez en los foros internacionales que cuentan, está en declive, casi en mínimos. No le convocan; tampoco a la reciente reunión ante el ataque de Putin con drones a Polonia. ¿Qué esperaba nuestro egocéntrico presidente? ¿Quiénes buscarían su opinión? Occidente no está para perder el tiempo y en las cancillerías europeas y en la secretaría de Estado norteamericana, tampoco. Saben que a él ya no le queda tiempo; está viviendo el descuento. ¿Cree Sánchez que los embajadores en Madrid trasladan a sus cancillerías sus sueños? Trasladan la realidad. Ha elegido alinearse con las enloquecidas posiciones en política exterior de sus socios, las del añejo comunismo, un cadáver que permanece insepulto en España gracias a Podemos, a Sumar (franquicia radical del sanchismo), a otros visionarios de la nada, y a Sánchez. ¿Saben el daño a la imagen de España del acoso a la vuelta ciclista? No les importa.

Sánchez abrió un conflicto con Israel, única democracia en Oriente Medio, con el mejor servicio de Inteligencia del mundo. Sánchez anunció que reconocería a Palestina. Sánchez apoyó a Hamás, una banda terrorista, que se lo agradeció. Sánchez brujulea con el Grupo de Puebla, ariete de la hostilidad con Washington en Iberoamérica. Sánchez apostó por Maduro que, perdiendo las elecciones, tiraniza Venezuela, para Estados Unidos un narcoestado; hasta van a retirarle el visado a Zapatero. Sánchez se acerca cada vez más a China, aliada de Putin y de Kim Jong-un; la Corea comunista envió tropas al frente ucraniano para combatir junto a los rusos. Y Sánchez mantiene un antitrumpismo latente que incluye la apuesta por la empresa Huawei, también en sistemas de defensa. Buena parte de nuestros aliados naturales no entienden estas decisiones. Y ahora Sánchez decide que Felipe VI viaje a China. Para los mal pensados se trata de apuntalar los negocios de Zapatero y otros. ¿El Rey de nuevo utilizado?

Desde ese cúmulo de errores el ganador es Marruecos. Si decide emprender lo que lleva planeando tantos años, en contra de la historia, nuestra debilidad errática está poniéndoselo a huevo. En Perejil medió Washington ¿Y ahora? El compromiso de la OTAN no incluye defender la parte africana de nuestra nación. Qué ojo clínico tiene Sánchez en política exterior. Pero mantendrá contentos a los comunistas caseros.

Recuerdo a mi admirado Cesare Pavese: «El futuro vendrá de un largo dolor y un largo silencio». Es lo que suelen provocar los gafes.