Un magistrado de la Audiencia Nacional ha llamado a declarar el 21 de diciembre a Mikel Albisu, en el arte Mikel Antza, en calidad de imputado por el asesinato de Gregorio Ordóñez el 23 de enero de 1995. Antza fue dirigente de la banda terrorista entre 1994 y 2004, y corresponsable, por tanto, de la decisión de asesinar al teniente de alcalde de San Sebastián. El asesinato de Ordóñez fue explicado por los terroristas como “el hundimiento del buque insignia del fascismo español. El Partido Popular se encuentra a la espera de la alternancia para profundizar en la represión ‘democratizada’ por el PSOE”.
Mientras, hemos sabido que Rufi Etxeberria, dirigente de la izquierda abertzale desde que entró en la Mesa Nacional de HB en 1985, iba a dejar su cargo en Sortu en el congreso que va a celebrar el próximo mes de enero, aunque seguirá vinculado a la organización no se sabe en calidad de qué, algo que en realidad nunca se supo, porque ese mundo nunca ha sido un modelo de transparencia. De todo se cansa uno, por lo visto y con esa vieja afición a la clasificación ornitológica entre halcones y palomas, vale decir duros y blandos, abandona uno de los duros, lo que suscitará algún entusiasmo contenido entre las almas pías: es un paso adelante, aunque es de esperar que sea seguido por otros, etc. Esto ya había pasado el 18 de octubre cuando Otegi compareció junto a Arkaitz Rodríguez para manifestar que el dolor de las víctimas nunca debió haberse producido y decir ya por la tarde y en familia que “tenemos 200 presos en la cárcel y si para sacarlos tenemos que votar los presupuestos, pues los votamos”. Solo Patxi López es capaz de sostener que Otegi trataba de engañar a los suyos “sabiendo que lo que dice es imposible”.
Ahora, la baja de Rufi va a ser compensada por el ascenso de David Pla, el último jefe del aparato político de ETA que va a debutar en la dirección de Sortu en el congreso de enero. Pla fue uno de los tres etarras (junto a Iratxe Sorzabal e Izaskun Lesaka) que comparecieron ante los medios con su capucha blanca y su remate de txapela negra para leer hace diez años el comunicado del cese de la violencia. Va a ser lo de Pla un gran ongi etorri, aunque lo hagan sin bengalas.
Hace dos meses, Pla era entrevistado en el programa Planta Baixa de TV-3, donde se lució en plan analista, como si fuera Pablo Iglesias en tertulia. Dijo cosas notables: “La lucha armada no era algo que hiciéramos de forma gustosa”, en lo que viene a coincidir con algo que he sostenido siempre: no eran psicópatas, que mataran por vicio; eran totalitarios que mataban por el poder. Hizo cumbre al pedir “disculpas a las personas afectadas sin haber tenido responsabilidad en el conflicto” y se mostró partidario de afrontar no solo las consecuencias, sino también las causas. Estas dos razones no constituyen novedad alguna. Hace casi nueve años eran exactamente las mismas que aducía ‘Txeroki’ en febrero de 2012 ante el Tribunal de lo Criminal de París. Se mostraba razonablemente satisfecho Pla de su contribución a la paz, aunque no está muy seguro de que se pueda hablar de paz con 200 personas encarceladas. Pero nadie puede luchar contra su destino. Ya lo había dicho Pakito en Egin: “ETA no es un problema sino una organización que lucha para conseguir la paz”.