«Esto no va a ser cosa de un día». Aquel 4 de junio de 2015 la candidata del PP, Cristina Cifuentes, tenía ya sobre la mesa las 10 premisas que Ciudadanos imponía para la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción. Diez condiciones imprescindibles para que hubiera un primer acercamiento entre ambas formaciones y que, en retrospectiva, son una suerte de espejo de las seis premisas impuestas ahora por Albert Rivera para comenzar a dialogar un acuerdo de investidura con Mariano Rajoy. Tres de ellas coinciden: eliminar los aforamientos, apartar de sus cargos a los políticos que estén o resulten imputados y limitar los mandatos presidenciales a ocho años.
Los resultados electorales del 24-M dibujaban un escenario en Madrid en el que Ciudadanos, con 17 diputados, tenía en su mano dar el poder al PP. Con ellos, Cifuentes conseguía las 65 actas necesarias para gobernar. Sin ellos, el PP estaba abocado a los incómodos asientos de la oposición. «Estoy dispuesta a ir más allá que ellos en varios asuntos», respondió con desparpajo Cifuentes ante las peticiones naranjas. Algunas de ellas ya las conocía.
Pocos días después de los comicios, Cifuentes e Ignacio Aguado, líder de Ciudadanos, se reunieron de forma informal un par de ocasiones cerca de la plaza de Ópera. «La actitud de ella fue constructiva, entendió que habían perdido la mayoría; si no se sentaba con nosotros, no habría Gobierno; tuvo mas cintura política de la que ha demostrado Rajoy», señala Aguado, que por aquellos días también se dejó cortejar por el PSOE.
El axioma de Ciudadanos era, sin embargo, sentarse a negociar primero a la fuerza más votada. Y la actitud de la ahora presidenta les convenció. «Es que en lo esencial coincidíamos», razona un cargo popular y persona de confianza de Cifuentes. Se creó un buen clima entre ambos líderes. Tanto que Aguado dijo que no ayudaba al acuerdo que siguieran en sus puestos los entonces consejeros Lucía Figar o Salvador Victoria, imputados en Púnica, y, pocos días después, ambos dimitieron. Una batalla interna que Cifuentes ganó entonces a la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, en posición delicada tras perder la Alcaldía de Madrid. «Cifuentes entendió el mensaje» de ser tajante contra la corrupción, razonan en Ciudadanos, donde esperan que Rajoy tenga la misma cintura para prescindir, por ejemplo, de Rita Barbera.
Las negociaciones arrancaron después de que Cifuentes aceptara el envite anticorrupción de Ciudadanos y subiera dos más las medidas: poner en marcha un portal de la transparencia y hacer públicas las subvenciones de los partidos políticos. Se creó una comisión de negociación que se reunió varias veces en la Asamblea de Madrid. Por el PP, la propia Cristina Cifuentes, su número dos, Ángel Garrido, Jaime González y Carlos Izquierdo; y por los de Albert Rivera, el cabeza de lista, Aguado, junto a José Manuel Villegas, César Zafra y Miguel Gutiérrez. Fueron reuniones intensas en la que hubo cesiones por ambos lados. «Negociando, Ciudadanos puede ser flexible, pero también imprevisible», señala un cargo popular.
Solo hubo dos escollos: la limitación de mandatos a dos –para el presidente regional y sus consejeros– y la realización de primarias para que todos los partidos de la Comunidad elijan a su candidato por primarias. Fueron victorias de Ciudadanos, que cedió a su vez en la cláusula de exclusividad para los diputados, permitiendo al menos durante esta legislatura que se compatibilicen dos cargos, aunque a partir de 2019 se buscará la dedicación plena.
En la segunda etapa de las reuniones se centraron en cuestiones como la economía, la educación y los servicios sociales. Entremedias, Cifuentes había engrasado el acuerdo dando la Vicepresidencia de la Asamblea a Ciudadanos. Otro gesto que la formación naranja valoró positivamente. El 18 de junio, sólo 24 días después de las elecciones y un par de semanas después de empezar las negociaciones, Ciudadanos y PP anunciaron el acuerdo de investidura, que incluía 82 puntos. Entre los compromisos de relevancia destacaba la eliminación del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, que dejó en el paro a los ex presidentes Joaquín Leguina, Alberto Ruiz-Gallardón e Ignacio González.
El acuerdo permitió un primer año de legislatura cómodo para el PP, que ha visto cómo Ciudadanos ha apoyado con el resto de la oposición y con el voto en contra del PP varias iniciativas y la celebración de comisiones de investigación contra la corrupción. Sólo hubo un momento en el que el pacto corrió peligro, cuando, en junio, el diputado del PP Daniel Ortiz sembró la duda sobre si iba a dimitir si era finalmente imputado en Púnica, algo que parecía muy probable. Aguado amenazó con romper el pacto: «Es que es el primer punto del acuerdo». Minutos después de ser imputado oficialmente, Ortiz presentó su renuncia. Ciudadanos volvía a ganar en Madrid.