Ana Belén Ramos-El Confidencial
- El acuerdo alcanzado por Sánchez con la izquierda abertzale ahonda en la brecha con el socialismo histórico, huérfano de la doctrina de Rubalcaba, que llamó a dar la batalla del relato tras la derrota de ETA
«Los demócratas hemos vencido al terror. Nos queda por delante la tarea de evitar que los derrotados impongan su falso relato. De hacerlo en paz, con nuestros instrumentos, los de la política democrática». Este fragmento pertenece a la última columna que escribió Alfredo Pérez Rubalcaba en ‘El País’ (2018), en la que el histórico dirigente socialista alertaba sobre la necesidad de no ceder la batalla del relato tras la derrota de ETA a «quienes les apoyaron». Hoy, para algunas voces del partido, la «defensa de la verdad» que ambicionaba el difunto exsecretario general ha quedado en entredicho tras la última foto de Sánchez con Bildu con la nueva ley de Memoria Democrática, que llevará la firma de Bildu. En sectores del socialismo existe desesperanza: el pacto con la vieja Batasuna «se explica mal y se entiende peor», y abre una brecha insalvable entre el PSOE de Sánchez y aquellos mantienen viva la doctrina de Rubalcaba, que básicamente defendía que aun siendo legales, no se puede rebajar el listón de la exigencia contra quienes aún no han hecho una revisión crítica de su pasado de connivencia con el terror.
El presidente del Gobierno visita Ermua este domingo pisando despacio ante la fuerte marejada interna y externa que se ha desatado a cuenta del pacto por la memoria que anunció Mertxe Aizpurua en el Congreso hace unos días. Celebró que el PSOE se abriese a «avanzar en la construcción de una memoria compartida que garantice la verdad», y prestará sus votos para aprobar una normativa que verá la luz la próxima semana en la Cámara Baja. A petición de los ‘abertzales’, el nuevo texto incluirá la reparación de las víctimas del franquismo hasta diciembre de 1983, es decir, hasta los primeros compases del Gobierno de Felipe González. «Vamos a poner en jaque el relato de la Transición», se congratulaba la portavoz parlamentaria de Bildu. El PP anunció ayer que derogará el texto si llega al Gobierno.
La coincidencia en el tiempo con el homenaje de Estado por el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA denota un error de cálculo de Moncloa, que deberá abrirse camino entre las críticas para defender la participación de Pedro Sánchez en el acto de Estado que se celebrará en Ermua, y que estará presidido por los Reyes. Durante la semana, el PSOE ha abanderado la narrativa de que su compromiso con las víctimas del terrorismo permanece incólume, pero, con todo, el jefe del Ejecutivo pronunciará un discurso marcadamente incómodo este 10 de julio, empañado por el acercamiento a Bildu, la ausencia del acto de algunas asociaciones de víctimas y la constante censura de la oposición. Finalmente, la hermana del joven edil asesinado, Marimar Blanco, clausurará la jornada con un discurso que se prevé durísimo contra el presidente: «Mañana hablaré, claro que hablaré, para que nadie pueda blanquear el terrorismo».
«Espero que el PSOE no pierda el rumbo que tomó desde el principio de la Transición», opina Elena Valenciano, exvicesecretaria general con Rubalcaba
La polémica alianza del PSOE con Bildu en el Congreso ha emborronado el homenaje. A juicio de algunas voces del socialismo histórico, dificulta la reedición del llamado «espíritu de Ermua» 25 años después. Aquel movimiento cívico marcó un punto de inflexión en la lucha de los partidos democráticos contra ETA, una cohesión que ha sido sustituida por «la polarización, la fractura y la trinchera», lamentan. «El homenaje a Miguel Ángel Blanco debería estar por encima de todo. Espero que el PSOE no pierda el rumbo que tomó desde el principio de la Transición», opina Elena Valenciano, ex vicesecretaria general del PSOE con Alfredo Pérez Rubalcaba.
Lambán: «Un cruel sarcasmo que no es aceptable»
Oficialmente, y salvo muy contadas excepciones, el PSOE ha cerrado filas con su líder. Las protestas públicas han quedado reducidas a la evidente disconformidad de Felipe González o a la de Emiliano García-Page, que criticó que la nueva ley de Memoria Democrática fuese a salir adelante con una fuerza que «todo lo que toca, lo ensucia». El barón socialista abrió un nuevo foco de disputa con el Ejecutivo central con una ley regional que busca el reconocimiento expreso de las víctimas del terrorismo. También el presidente de Aragón, Javier Lambán, ha calificado como «un cruel sarcasmo que no es aceptable» el pacto urdido con Bildu para crear una «comisión técnica» que revise las vulneraciones de Derechos Humanos de aquellos que lucharon «por la consolidación de la democracia» hasta el 31 de diciembre de 1983.
Según Lambán, la Constitución, la ley de Amnistía de 1977 y la Transición son la «clave de bóveda» de los españoles y son momentos que «hay que cuidar y mimar». «Todos aquellos que quieran deslegitimar esa transición e imponer relatos espurios me tendrán enfrente», señaló, en respuesta a Mertxe Aizpurua. Lambán aseguró, en contraposición a la postura del Gobierno y Bildu, que en esos cinco años (desde 1978 hasta 1983) «la democracia brilló con una especial intensidad». Es por eso que, añadió Lambán, si «cualquier grupo político» hubiera planteado la idea de reformar este periodo sería «preocupante» porque «deslegitima la Transición». «Me tendrán enfrente», aseveró el dirigente aragonés del PSOE, informa Álvaro Sierra.
Sin embargo, en las filas del PSOE se han posicionado mayoritariamente en la defensa del pacto y, en paralelo, del homenaje al edil del PP. José Luis Rodríguez Zapatero ha servido de cortafuegos. Con la nueva ley de Memoria Democrática, defendió el expresidente del Gobierno, «la democracia española se perfecciona». Pero eso no implica que haya una parte del llamado socialismo histórico dolorido y silente ante la última cesión del Ejecutivo a los que algunos siguen situando sin tapujos como los «herederos de ETA», en línea con el marco discursivo que defienden en PP o Vox.
Antiguos dirigentes del partido tienen grabada a fuego la doctrina de que «el PSOE ni firma, ni acuerda, ni pacta con Bildu» que durante años abanderó Alfredo Pérez Rubalcaba en su lucha contra la narrativa de la izquierda abertzale. «Que se firme este pacto justo cuando conmemoramos el asesinato de Miguel Ángel Blanco es un insulto a la memoria», expone José María Múgica, hijo del histórico dirigente del PSE asesinado por ETA en 1996. «El trato es absolutamente incalificable e inmoral, de no creer (…). Da mucha pena ver cómo un secretario general del PSOE se entrega al pacto con Bildu», despacha.
Nicolás Redondo: «Bildu no ha recorrido el camino para ser homologado como un actor político válido»
Menos ácida es la crítica de Nicolás Redondo, exsecretario general del PSE en País Vasco, quien evita censurar la gestión de Pedro Sánchez, pero que sí pone el acento en que «Bildu no ha recorrido el camino que tiene que recorrer desde un punto de vista moral y político para ser homologado como actor político válido», suscribe, en conversación con El Confidencial. Pactar la ley de Memoria Democrática con la formación abertzale, opina, «es un error moralmente clarísimo, y políticamente brutal», que contradice el legado de históricos dirigentes que, décadas atrás, han visto cómo el partido «se desangraba» a manos de la banda terrorista. Bildu «intentó reventar la democracia en su momento, esa es la única verdad», aseguró Elena Valenciano en redes sociales, cuando ya había trascendido el acuerdo.
Homenaje con polémica
Más allá de la alianza en Madrid para aprobar la próxima semana la nueva ley, el homenaje de este domingo estaba ya marcado por otra polémica: el veto inicial impulsado por el alcalde de Ermua, Juan Carlos Abascal, a la intervención de Marimar Blanco, hermana del edil del PP y presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco. Según denunciaron fuentes de Génova, el regidor le requirió a la también diputada del partido en la Asamblea de Madrid el discurso que iba a pronunciar en el acto antes de decidir sobre su participación, una actuación que los populares tachan de «censura previa». Finalmente, la Casa Real comunicó a Blanco que sí podría pronunciar unas palabras en el homenaje de su hermano justo antes de la intervención de Iñigo Urkullu, Pedro Sánchez y el propio Felipe VI.
La AVT critica el acuerdo con Bildu porque busca «rescribir» la historia al «victimizar a terroristas de ETA» https://t.co/i9uVV5XvLp
— AVT (@_AVT_) July 4, 2022
Está previsto que también asista el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que estos días se ha volcado en el homenaje al concejal del Partido Popular con una intensa agenda que ha culminado este sábado con José María Aznar en Ermua. Fue este el contexto en que el nuevo jefe de los populares se comprometió a derogar la ley de Memoria Democrática en el momento en que pise Moncloa, un anuncio que hizo tras pronunciar una feroz crítica contra el pacto junto al expresidente del Gobierno. «Los que justificaron aquel crimen [por Miguel Ángel Blanco], los que lo anunciaron y animaban a matar, todavía están entre nosotros», pronunció Aznar, en alusión a Bildu.
El PP se ha lanzado a enjuagar el «olvido» al que, a su juicio, somete Sánchez a las víctimas del terrorismo mientras el Gobierno «convierte en héroes» a los «herederos del terrorismo». Precisamente, tanto la AVT como la Fundación Dignidad y Justicia han decidido no enviar a ningún representante al homenaje de Estado en rechazo a las políticas del Gobierno.