EL MUNDO – 28/01/16 – EDITORIAL
· No se vislumbra una solución al bloqueo en las negociaciones para formar un Gobierno de partidos constitucionalistas, cuya viabilidad se va socavando cada día que transcurre.
Ayer, Pedro Sánchez respondió con un «no rotundo» a la propuesta de Mariano Rajoy de alcanzar un acuerdo político para que el PSOE respalde su investidura a cambio de apoyo del PP a los dirigentes socialistas en los gobiernos autonómicos y municipales donde dependen de Podemos.
Sánchez afirmó que «el hedor empieza a ser insoportable en el PP» y volvió a caer en una descalificación ad hominen a Rajoy, asegurando que «es parte del problema y no de la solución política» que necesita España.
En primer lugar, puede tener razón el secretario general del PSOE al rechazar un intercambio de poder territorial por el apoyo a Rajoy en la investidura. Y ello porque la base de cualquier acuerdo entre ambos partidos debería ser un programa consensuado de reformas y un calendario legislativo.
Pero esto es imposible si se niega a hablar con Rajoy y le desprecia como candidato. Esa actitud es una equivocación porque el líder del PP es el dirigente del partido que más apoyo ha tenido en las urnas. Más de siete millones de personas le han votado hace un mes para que sea presidente del Gobierno y esos electores se merecen un respeto. Ellos son la fuente de legitimidad de Rajoy para intentar encabezar un Ejecutivo y aglutinar una mayoría parlamentaria que defienda un proyecto basado en los valores constitucionales.
Pese a los casos de corrupción que debilitan su capacidad negociadora y le restan credibilidad, la oferta de Rajoy de un posible Gobierno de coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos es la mejor opción que existe dada la fragmentación del mapa electoral. Supondría un potente mensaje de unidad hacia el exterior y daría confianza a los mercados y las instituciones europeas. Esto es lo que dijeron anteayer 34 ex ministros de UCD, PP y PSOE, retirados de la política, que suscribieron un comunicado en el que subrayan que España necesita un gran acuerdo de los partidos que defienden la Constitución. Por ello, seguimos insistiendo en la necesidad de un diálogo sin líneas rojas entre Rajoy y Sánchez, que parece inclinarse a iniciar una negociación con Podemos, cuyos escaños no le sirven si los partidos independentistas no le hacen el favor de abstenerse.
Lo que no resulta comprensible es por qué el líder socialista se niega a sentarse en una mesa con Rajoy para hablar sobre un pacto de Estado, mientras asegura que el PSOE está condenado a entenderse con un partido que propugna el reconocimiento del derecho a decidir y un paquete de medidas económicas que harían retroceder a España a los peores tiempos de la crisis.
Habrá que esperar que el Comité Federal del PSOE que se celebra el sábado próximo clarifique la política de alianzas del partido. Pero sería deseable que los dirigentes socialistas pesaran más los intereses de España que el afán por encabezar un Gobierno con Podemos.
El pacto entre PP, PSOE y Ciudadanos es viable porque es más lo que les une que lo que les separa. Y porque sus líderes saben que en una coyuntura tan complicada como ésta son necesarios los acuerdos de Estado para mantener la unidad de España, combatir el terrorismo y consolidar la todavía incipiente recuperación económica. Lo que hay que hacer es ponerse manos a la obra.
EL MUNDO – 28/01/16 – EDITORIAL