ABC 07/12/13
EDURNE URIARTE
· Nada menos que un tercio de los españoles se ha cansado de alargar el pantalón siempre al mismo niño
Amedida que el niño crece el traje le queda corto y los pantalones hay que alargarlos», es la manera en que el nacionalista y padre de la Constitución, Miguel Roca, argumentaba este lunes la necesidad de reforma constitucional en una entrevista en El
País. Como nacionalista exquisito que es, intentaba convencernos de que las culpas de la insatisfacción de los suyos están repartidas y obviaba que el niño encaprichado con el traje nuevo es nacionalista, que, más que crecer, lo que hace es engordar de tanto apetito que tiene, y que, como siga comiendo, va a hacer estallar los muros de la casa donde convive con los demás españoles. Y cuando le preguntaban si el presidente de la Generalitat estaba obligado a cumplir la Constitución, eludía responder. Dando por supuesto el derecho al niño glotón a saltarse las normas si no se le da todo lo que pide.
También afirmaba Roca algo en lo que coincido plenamente, la inexistencia de diferencias entre Estado federal y Estado autonómico: «Es que alguien me tiene que explicar la diferencia entre el Estado federal y el Estado autonómico. Yo no la sé». Afirmación relevante en boca de un nacionalista que quiere hacerle un traje a medida a su niño glotón porque muestra lo que tantas veces hemos repetido. Que este niño no quiere comer federalismo porque eso lo come todos los días con otro nombre. O que la reforma constitucional defendida por el PSOE como supuesta solución al «problema de convivencia de Cataluña», así lo llama Rubalcaba, es uno de los mayores cuentos políticos de los últimos tiempos.
Porque está dirigida exclusivamente a los nacionalistas, y, sin embargo, no ofrece interés alguno para tales nacionalistas. Quizá porque está dirigida más bien a los nacionalistas de sus propias filas, a los del PSC, que encuentran en la palabra federalismo una manera, al menos nominal, de diferenciarse de los defensores de la unidad de España y, sobre todo, de la derecha.
Pero este empeño en alargar el pantalón a los nacionalistas se encuentra con otro problema al que el PSOE no parece prestar mucha atención. Y es que el resto de niños que conviven con los nacionalistas y que tradicionalmente han sido tan obedientes y conformistas y siempre prestos a satisfacer los caprichos de los glotones, comienzan a irritarse. Y aumentan llamativamente los que también quieren otro traje, pero muy distinto, en forma de un Estado sin autonomías o con menos descentralización que ahora. Nada menos que un 34,3% de españoles apuesta por una de esas dos opciones en el Barómetro del CIS publicado esta semana. Frente a un 21,6% que quiere más autonomía o posibilidad de independencia y un 30,5% satisfecho con el modelo actual.
Nada menos que un tercio de los españoles se ha cansado de alargar el pantalón siempre al mismo niño. Lo que da una idea de los efectos políticos que tendría esa reforma constitucional del PSOE que tampoco quieren los nacionalistas.