EL CORREO 06/12/12
José M. Delclaux «Las víctimas no pueden, no deben hacer política con su victimismo. Se hacen un flaco favor».
Luis Alberto Loyo El delegado de Pastoral Social y el deán de la catedral discrepan en público sobre el futuro de los presos y las leyes excepcionales «Los verdugos se pueden sentar en el Parlamento y las víctimas han de estar tranquilitas y sin rechistar».
BILBAO. La posición de la Iglesia vasca con respecto a las víctimas de ETA sigue sucitando controversia en el seno de la institución, que ha demorado una decisión común de su episcopado con respecto al espinoso tema de la pacificación y la reconciliación. El último episodio se ha producido esta misma semana con mensajes contrapuestos entre el delegado episcopal de Pastoral Social de la dócesis de Bilbao, José María Delclaux, y el deán de la catedral de esta ciudad, Luis Alberto Loyo. El mensaje del primero para que las víctimas dejen de hacer politica ha sido contestado por el párroco de la sede catedralicia en defensa de la legitimidad de los afectados por el terrorismo para elevar su voz «como les dé la gana».
Delclaux, responsable en la diócesis en ‘asuntos de pacificación’, publicó un extenso artículo en la revista ‘Bake Hitzak. Palabras de paz’, que edita, con textos muy plurales, Gesto por la Paz. El sacerdote respondía a 14 preguntas que le planteaba la publicación, en la que también colaboran otras personas. Tras dejar claro que «la mejor forma de superar las fracturas es siendo conscientes de que la violencia no soluciona nada, sino que todo los pudre», hacía suyas unas palabras de monseñor Uriarte de que «todas las víctimas tienen derecho a que se les haga justicia. La impunidad desacredita el orden moral e invita a nuevas transgresiones».
Ante la pregunta de si ‘determinadas actitudes de algunas víctimas de la violencia podrían ser un obstáculo para recuperar la convivencia’, Delclaux, respondía que las víctimas «no pueden, no deben hacer política con su victimismo. Además, se hacen un flaco favor. Hace muchos años, hubo un señor, llamado Jesús de Nazaret, que deslegitimó la ley de talión, del ojo por ojo y diente por diente, como una ley que no resuelve los problemas de la conflictividad humana, sino que los cronifica». Además, llamaba a mostrar «cercanía y apoyo moral» con ellas para superar los sentimientos de odio y venganza.
También se le pregunta por los presos. Delclaux, que participó en uno de los encuentros de los impulsores de la Conferencia de Aiete, se declara contrario al borrón y cuenta nueva, a la amnistía, pero sí se muestra favorable a que, una vez que deja de existir el terrorismo, «no tiene sentido la aplicación de leyes excepcionales que se promueven para defender a la sociedad de ese fenómeno». «Entiendo también –añadía– que dentro de ese colectivo muchos son una especie de rehenes de ETA. Por eso puedo entender –aunque no comparta– que el Gobierno se resista a derogar dichas leyes hasta que ETA no entregue las armas».
El víctimismo, el ojo por ojo y las leyes excepcionales son los puntos que rebate Luis Alberto Loyo en un artículo en la web InfoCatólica. El deán de la catedral de Bilbao, un hombre del círculo de confianza del obispo Mario Iceta, habla de una situación de locos al constatar que «los verdugos y criminales se pueden sentar en el Parlamento, dar conferencias, mitines y escribir sus panfletos propagandistas, y las víctimas a estar tranquilitas y sin rechistar».
Loyo aseguró ayer a EL CORREO que sus palabras se refieren al pasado, cuando personajes como ‘Josu Ternera’ o Ángel Alcalde se sentaron en un escaño, y que en ningún modo aludía a los representantes de Bildu en el Parlamento vasco. «Lejos de mí enjuiciar a quienes han sido elegidos ahora, que gozan de todas las garantías constitucionales y merecen el respeto», matizó. «Sólo faltaba –escribía en el artículo– que partidos que justificaron, ampararon y defendieron los crímenes de ETA gocen del apoyo de, por desgracia, demasiadas personas y subsistan gracias a los impuestos que pagamos todos, paradójicamente también sus víctimas, y éstas no puedan por lo menos alzar una voz en esta sociedad democrática», reprocha a Delclaux.
El presidente del cabildo también censura la reflexión de que las víctimas deben abandonar sus sentimientos de odio y venganza hacia los terroristas para facilitar el entendimiento. Según el deán, son los terroristas quienes «deben expresar y dar pruebas objetivas de su arrepentimiento y conversión. No se puede exigir a quien ha sufrido, causándole mayor pesar en su conciencia, que sea ella quien tome la iniciativa», añade.
«Hablar del ojo por ojo y diente por diente, apelando a Jesús, queriendo con ello condenar actitudes vengativas en aquellos que jamás alzaron la mano contra sus asesinos ni llamaron a la venganza, es un insulto a la inteligencia y a la decencia humana», replica. El párroco de la catedral defiende la vigencia de las «leyes excepcionales», que se aplican para aquellos que cometieron delitos «de semejante magnitud», que «han de pagar por sus crímenes».
Loyo ensalza la labor pastoral de Delclaux –«es para quitarse el sombrero»–, pero reprocha que «un cargo episcopal tiene que medir sus palabras porque no es la opinión diocesana. Mis fieles también tienen derecho a saber que yo no opino así. Sé que puede levantarse una polvareda, pero lo prefiero a que muchas personas se sientan heridas. No voy a tragar con ruedas de molino», zanja sobre una cuestión que divide a las distintas sensibilidades de la diócesis vizcaína. Delclaux es miembro del Consejo de Pastoral Diocesana y Loyo pertenece al Consejo Presbiteral y al de Consultores.
EL CORREO 06/12/12