FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 26/11/13
· A Sortu le ha sorprendido el escándalo que han provocado las palabras de su presidente, Hasier Arraiz, en el curso de una charla celebrada en Bilbao ante militantes y simpatizantes de su partido. Arraiz hizo una defensa global de la estrategia desarrollada por la izquierda abertzale durante los últimos 35 años, se negó a aceptar una revisión crítica de su pasado y reivindicó «lo que fuimos y lo que somos».
Sortu pretende que su presidente sólo defendía el rechazo al marco constitucional que realizó la izquierda abertzale, pero esa izquierda abertzale, representada entonces por HB y ahora por el nuevo partido, no se limitó a mostrar su desacuerdo con el Estatuto, la Constitución o el Amejoramiento Foral. HB fue una pieza del entramado de la violencia que se practicó contra el nuevo marco democrático. Esa afirmación no es una acusación que formulen los enemigos de la izquierda abertzale, sino que se reconoce incluso en sus propios textos.
En el documento titulado ‘Clarificando la fase política y la estrategia’, elaborado por Batasuna como base del debate de finales de 2009, se indica que «la estrategia político-militar para la liberación nacional aglutinaba lucha armada, lucha de masas y lucha institucional». Es decir, HB, encargada de la «lucha institucional», formaba parte de la misma estrategia «político militar» que ETA. No eran compartimentos estancos, ni grupos de vida paralela, sino mecanismos del mismo engranaje que, además, operaban en estrecha coordinación garantizada por la subordinación de HB a la organización terrorista. Esto es «lo que fueron», no una seráfica oposición política al sistema democrático. Defender la trayectoria de 35 años conlleva defender el paquete completo, no una parte del mismo.
El rechazo de la izquierda abertzale a hacer autocrítica real por su pasado tiene una fácil explicación: su adhesión a la legalidad reflejada en los estatutos de Sortu no fue el resultado de una evolución política e ideológica que les llevara a modificar la valoración sobre la estrategia que habían seguido hasta ese momento. Fue un cambio forzado por la acción legal del Estado que los persiguió y los dejó fuera de las instituciones mediante la ilegalización. Tuvieron que cambiar para poder volver a la legalidad, pero lo hicieron manteniendo un juicio moral y político favorable a lo que habían sido antes de ese cambio. Ahora hacen un esfuerzo para mantener las formas y evitar llamar la atención judicial sobre sus actuaciones, pero siguen estando orgullosos de lo que hicieron.
La expresión más clara de esa actitud aparece en un documento enviado a los presos de ETA este verano en el que se afirma que «no se plantea la negación del pasado, sino que, en adelante, rechazar las herramientas de las que nos valíamos en el pasado». Esta actitud no es exclusiva de los reclusos sino generalizable al conjunto de la izquierda abertzale, Sortu incluido por lo que ha quedado visto.