Tonia Etxarri-El Correo

Pedro Sánchez se presentó ante el Parlamento haciendo malabarismos complacientes con su apagón informativo. Sin aportación alguna. Comparecencia vacua porque seguimos sin saber por qué a este país se le fundieron los plomos el pasado 28 de abril. Y lo que tardaremos en saberlo, hasta que el presidente encuentre un informe que se adapte a sus intereses. Que, sin duda, los tiene como ayer mismo demostró cuando dijo que el debate sobre las causas del apagón «no va de nuclear o renovables», pero él se apunta a la defensa cerrada de las renovables. Su opción es la B. La única posible. Nadie de los expertos críticos que se han ido manifestando a lo largo de toda la semana ha sostenido que hubiera que definirse por una u otra energía, de forma excluyente. Tampoco la oposición ha planteado el debate en términos maniqueos. Pero Sánchez, sí. Nucleares, ez. Renovables, la panacea. Para guardar las formas, dice estar dispuesto a escuchar y a ampliar la actividad de las nucleares si se cumplieran tres requisitos: seguridad, viabilidad y que paguen las empresas. Aviso a navegantes: de su dogma no le va a apear nadie. ¿Roma locuta, disputa finita?

De tanto insistir en las virtudes de nuestro país ante tanta calamidad sobrevenida (¡hemos tenido el mejor apagón del mundo!), daba la impresión de ser consciente de que se le achica el espacio a la hora de encontrar responsables, más allá de La Moncloa. Por eso quiere ganar tiempo. Ahora que sabemos que Red Eléctrica registró en su diario veinte fallos «graves» en un minuto, seis días antes del apagón, el presidente del Gobierno necesita contraponer la sensación de caos que invade nuestro país por hechos tan preocupantes como el apagón y el colapso ferroviario. En una situación tan crítica y tensa, el presidente soltó perlas que dejaron indignada a la oposición y noqueada a su propia clá. Cuando dio el dato falso de que en España no hay uranio (lo hay, pero el Gobierno prohibió su extracción) y cuando utilizó las cinco vidas perdidas por el apagón para recriminar a la oposición que no lamentaran «las más de 8.000 que se pierden como consecuencia del cambio climático». Literal.

Porque ayer, después de haber dejado achicharradas a las eléctricas con sus acusaciones, Sánchez fue a por la oposición. Cada vez más identificado con la terminología populista de la extrema izquierda, acusó a Feijóo de estar con los «ultrarricos», tan antipatriotas que no pueden soportar que a España le vaya bien.

De las opiniones externas sobre el apagón, solo le interesan las que coinciden con sus creencias. Por ejemplo, la del comisario europeo de Energía, Dan Jørgensen, que descartó que el apagón tuviera relación con la alta penetración de fuentes renovables. Ni mención, sin embargo, del pronunciamiento del Parlamento Europeo, en el 2022, a favor de incluir la nuclear y el gas natural en la taxonomía verde, como fuentes de energía sostenibles. Pero esa votación no le merece atención porque él ya hace tiempo que decidió proceder al apagón de las nucleares. Y seguir comprando gas ruso. Que no falte.