ABC – 03/05/15
· Desde su aparición, Podemos ha intentado evitar el posicionarse ideológicamente.
La manta de posibles votantes que cubría a Podemos se ha hecho más pequeña. Y el partido sabe que si se cubre la cabeza se le quedarán fríos los pies. «El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto», pensaba el Pablo Iglesias que en octubre coreaba el «sí se puede», mientras las encuestas lo colocaban en lo más alto, aún con la resaca del abultado resultado en las elecciones europeas. Ahora, convertido en secretario general y pringado del barro político de la realidad, Podemos se debate entre los orígenes de un partido escorado a la izquierda radical y su vocación de Gobierno, un pulso que amenaza con dinamitar el partido.
«A veces nos parecemos a los que queremos sustituir. Esa es una realidad». «Junto a la máquina de triturar papel hay en todos los partidos una máquina de triturar bondad». Con estas palabras se marchaba el cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, esta misma semana. Y echaba más leña al fuego del viraje ideológico del partido. «Desde que nace Podemos tiene dos almas: el lugar de donde viene –la indignación, la irreverencia frente a lo existente– y el nacimiento del partido político, que lo sitúa en el ámbito institucional. El riesgo de que seas rehén de esas exigencias de la representación es muy alto», se lamentaba.
La metáfora de la casta y C’s
El epicentro del discurso político de Podemos fue siempre la «casta». Su objetivo declarado era romper el eje izquierda-derecha de la política española y convertirlo en otro: los de arriba y los de abajo. Pero durante la presentación del primer esbozo de su programa económico moderaron algunas de sus propuestas iniciales, como el impago de la deuda «ilegítima» o la renta básica universal, y el partido reivindicó la «socialdemocracia». Para el sociólogo Luis García Tójar, éste es el principal punto de inflexión en el discurso de la cúpula de Podemos y viene impulsado «por la irrupción de Ciudadanos, una marca política contra la que la metáfora de la casta no vale».
Casi un cuarto de los españoles se colocaba en el centro político en el último barómetro del CIS, mientras que otro cuarto lo hacía en un cómodo no sabe, no contesta. Las elecciones se ganan en el centro. El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada Óscar García Luengo señala que «Podemos ha ido moderando su discurso por estrategia electoral. Al verse con posibilidades de ganar, camina hacia el centro de manera escandalosa». Ambos coinciden en que el partido de Albert Rivera es la piedra en el zapato de Podemos.
Desde su aparición, Podemos ha intentado evitar posicionarse ideológicamente. Aunque el movimiento estaba vinculado al 15-M, una masa de indignados con la que se identificaron personas de todo el espectro social, también estaba unido a la izquierda anticapitalista. Y las relaciones de sus caras visibles con la izquierda más radical y con modelos de gobierno como el venezolano lo han arrastrado lejos del voto moderado.
«Realmente atribuimos a Podemos una ubicación ideológica más por lo que sabemos de la biografía política de sus líderes que por su propio discurso», intencionadamente ambiguo, como apunta García Tójar. Pablo Iglesias regaló al Rey la serie «Juego de Tronos» en su primer y único encuentro. Pero ¿qué significaba? Para los republicanos, fue un guiño, e incluso una afrenta al Rey, pero para los votantes de centro, pudo interpretarse también como cordialidad.
La irrupción de Ciudadanos puede desbaratar la estrategia de Podemos y situarlos al borde del alambre. Renunciar a ubicarse ya no es una opción. Reconciliarse con los moderados, que parece que miran con entusiasmo al joven Rivera, es tarea difícil sin renunciar a ciertos principios fundacionales. «Ciudadanos obliga a Podemos a posicionarse», indica García Luengo. Y hacerlo representa una crisis interna para un partido donde conviven distintas sensibilidades.
Pero la batalla por la transversalidad parece estar ganándola Ciudadanos, a quien la mitad de los votantes no es capaz de ubicar. Podemos quería el centro del tablero, pero ahora le espera allí Ciudadanos.
«La izquierda tiene que aprender a vestir el traje de la victoria», dijo el propio Pablo Iglesias. «Y vestirse implica construir discursos». Pero quedan pocas semanas para las elecciones y a Podemos, con un discurso aún por definir, se le escapan los votos por el desagüe mientras decide qué grifo tendrá que cerrar.
ABC – 03/05/15