El paso en falso de Rosa Díez

Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 22/2/12

Sin querer, ha precipitado el inesperado acuerdo de PP y PSOE, principalmente, sobre cómo adecuar en Euskadi el fin de ETA

Rosa Díez, sin querer, ha precipitado el inesperado acuerdo de PP y PSOE, principalmente, sobre cómo adecuar en Euskadi el fin de ETA, y al que se han incorporado PNV y CiU. De hecho, la obsesiva por endogámica política de marcaje sobre cada gesto con el entorno de la izquierda abertzale se ha convertido en la razón de ser de UPyD, único catalizador de quienes niegan todavía hoy que la paz ha venido para quedarse en el País Vasco. Pero la última jugada le ha supuesto un efecto boomerang.

Díez, la misma política versátil capaz de llorar en su día como socialista por la ruptura de aquel pacto con el PNV en el Gobierno Ardanza, y convertida ahora en martillo de los herejes soberanistas, está haciendo pivotar sobre el efecto Amaiur su proyección en el Congreso, adornándose de una intencionada política que compromete al ala más aperturista del PP y que, de paso, no deja impasible al PSOE, a cuyo caladero jamás renunciará. Bajo estas coordenadas resulta fácil de entender cómo ambos partidos mayoritarios han entrelazado con rapidez sus intereses para abortar así otra cruzada de Rosa Díez a favor de la ilegalización de la coalición abertzale, a quien, de paso, privan de otro brote de victimismo que tan bien sabe rentabilizar.

Amaiur, sin proponérselo, acepta complacido cómo le allanan el camino sin desgastarse en el intento. De un lado, porque el Congreso valida la condición democrática de la actual izquierda abertzale cuando se espera con ansiedad la sentencia sobre la legalización de Sortu; de otro, porque la mayoría de la Cámara se compromete a encauzar el nuevo escenario político que representa la desaparición de ETA. Y, en el medio, todos pendientes de que el próximo domingo Batasuna haga un guiño a las víctimas. Evidentemente, no será la mejor semana de Rosa Díez aunque, sin duda, hará todo lo posible para que parezca lo contrario.

Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 22/2/12