SI EL PSOE se decide a ser un partido español y constitucional en vez de cómplice del separatismo y de Podemos, no tendrá mejor ocasión que la que le ha brindado Pablo Iglesias en su nuevo viraje a la extrema izquierda, o sea, a lo que ha sido siempre, un comunista de los de checa y escrache, no uno de esos socialdemócratas o socialtraidores como el González de la cal viva o la Rosa Díez a la que no dejó hablar en lo que Pitita Reportera llamó en La Tuerka «el soviet de la Complu».
Justo cuando la crisis del PSOE le permitía a Podemos ofrecerse como partido de repuesto, Pablenin ha vuelto a lo suyo, a meter miedo a la gente. Aunque finja que ataca a Errejón, el trotskito de ese stalinín, obedece a lo que su colega de claustro Antonio Elorza llamó, cuando Soraya le premió con el telecupón de La Sexta, «su irrefrenable propensión a la violencia».
Pero la mayoría de los votantes pasados y todos los que le quedan al PSOE no quieren un partido amigo de las herriko tabernas, asociado a los narcos de las FARC o a Venezuela y socio de los separatistas con los que comparte su odio a todo lo español.
Porque en su vuelta a la oratoria de matasiete al discurso del odio y de la «politización del dolor» (calcado de la ETA) Pablenin, empeñado en oteguizarse o rufianecerse ha despreciado la Fiesta Nacional, el día en el que el país en que nació y aspira a gobernar conmemora nada menos que el descubrimiento del Nuevo Mundo.
Ahora dice que «no encajaría en su discurso» ir a la recepción que el Jefe del Estado –como llamaba al Rey– ofrece a políticos, empresarios, famosos y titirirrojos como los que él cultiva, disfrazado del Rockefeller de Moreno, en los Premios Goya.
Tal vez temía que el Rey le devolviera aquel ridículo regalo de Juego de Tronos con una copia de Narcos o Los años de Pablo Escobar, en los que las guerrillas comunistas aparecen como cómplices y luego sucesores de Escobar, cuyos coches-bomba asesinos le enseñó a montar la ETA.
En plan Gorila Rojo o Gran Simio Bolivariano, Iglesias ha dicho que en Palacio habrá muchos «antipatriotas». ¡Casi como en el Parlamento! Total, que, tras el acto más obsceno de culto a la personalidad que se ha rendido a sí mismo un líder comunista en España, tenemos a un Iglesias Comandantísimo y Patriotísimo. Si el PSOE no lo derrota, le obedecerá.