Elena Moreno Scheredre-El Correo
No hay asunto turbio, compra extraña o negociación política de actualidad en la que no suene el nombre del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Él ha reconocido en ocasiones que ayuda «cuando me lo piden y puedo», pues ahí está, trabajando casi más que cuando fue jefe del Gobierno y discreto, tanto que solo él sabe lo que sabe. Y no lo digo precisamente por sus múltiples viajes a Venezuela, más propios de un enamorado con urgencia que de un mediador imposible, sino porque según algunas publicaciones Zapatero habría estado, junto a Víctor de Aldama, en las gestiones con el régimen chavista para recuperar fondos retenidos a Globalia, además de relacionarse con la petrolera estatal PDVSA.
Pesco informaciones de aquí y allá, nunca transparentes, ni objetivas, todas tocadas de una opacidad que roza la noticia y sobrevuela el chisme… Que si tiene tratos de tú a tú con el ‘lobby’ chino, que si se conoce Suiza como la palma de la mano gracias a las reuniones con Junts… Ahora se reúne en Tenerife con el presidente Sánchez, uno ocupando La Mareta (residencia perteneciente a Patrimonio Nacional) y otro a 30 kilómetros, en su villa de la playa de Famara. En fin, que no para. Sin embargo, para un periodista, un hombre perejil de todas las salsas levanta ciertas sospechas. Teníamos ciertas esperanzas los ciudadanos antes del parón estival. Todo indicaba que el nivel de indecencia era tal que quizás se aprovechara para aclararnos esos vacíos que siembran las noticias y esas sospechas que algunos se encargan de fomentar. Pero ha llegado agosto y todos se van a la playa a coger fuerzas para la temporada que viene.