Florencio Domínguez, EL CORREO, 18/9/12
El nombre de Arnaldo Otegi comenzó a aparecer en los medios de comunicación a partir de 1979 relacionado con las actividades de ETA político militar, grupo al que pertenecía en aquella época. Las imputaciones policiales que se le achacaban no iban más allá de 1977, dos años después de la muerte del dictador Franco. Ya se habían celebrado las primeras elecciones democráticas cuando tuvo lugar el primer atentado con el que le vinculaba la Policía. Incluso, el grupo en el que estaba encuadrado Otegi había apoyado una candidatura, la de Euskadiko Ezkerra, que obtuvo un diputado.
El líder de la izquierda abertzale fue absuelto en 1990 del delito de pertenencia a banda armada aunque un año antes, en su única condena, había sido sentenciado por el secuestro de un directivo de Michelin en Vitoria. Ahora, Otegi reelabora pudorosamente su biografía al admitir su condición de militante de ETA, pero situando esa circunstancia en el tiempo del franquismo. Sin embargo, ya había Constitución y Estatuto cuando, en 1983, Otegi lideró una escisión de ETA-pm, los ‘milikis’, que se opuso a abandonar el terrorismo y colocaron unas bombas para ser admitidos en ETA militar un año más tarde.
En el seno de ETA militar, Otegi no tuvo ningún papel relevante y no volvió a saberse apenas de él hasta que la policía francesa lo detuvo el 8 de julio de 1987 y lo llevó directo a la frontera de Dantxarinea para entregarlo a las autoridades españolas. Terminó de cumplir su condena de seis años en 1993 y al salir de la cárcel se incorporó a KAS. Como portavoz de esta organización se estrenó en un acto público celebrado con motivo del Gudari Eguna en San Sebastián, en 1995, donde descubrieron sus habilidades como orador que le abrirían más tarde las puertas de HB.
Dos actuaciones legales despejaron el camino para que Arnaldo Otegi obtuviera sus principales éxitos políticos en el seno de HB. La primera fue el encarcelamiento de toda la dirección en 1997. En aquella situación de vacío de poder Otegi fue elegido para ponerse al frente del partido, con el que se estrenó con los excelentes resultados de las elecciones autonómicas de 1998. El segundo gran éxito fue ganar el pulso político con ETA durante el año 2010, éxito que no hubiera sido posible si previamente la banda no hubiera quedado descabezada y sin liderazgo gracias a sucesivas operaciones policiales.
No es de sus responsabilidades en la etapa como miembro de ETA por las que pide disculpas Otegi, sino de su tiempo como dirigente de Batasuna y lo hace en un tono que no va mucho más lejos de lo que fue la declaración realizada por la izquierda abertzale en el Kursaal el pasado mes de febrero. El mundo de Batasuna no puede o no quiere hacer una autocrítica clara por el terrorismo practicado por ETA con el respaldo efectivo de su entorno político y prefiere recurrir a medidos juegos de palabras sustitutivos. Las disculpas condicionales se han convertido en placebos de la terapia que tiene pendiente de realizar la izquierda abertzale.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 18/9/12