EL MUNDO 19/10/14
· Unió rechaza la lista conjunta con ERC que busca CDC y la independencia unilateral
La renuncia de Artur Mas a celebrar la consulta soberanista del 9 de noviembre tal y como estaba prevista y su apuesta por unas elecciones de cariz plebiscitario ha abierto muchas incógnitas en el panorama político catalán. Pero una cosa es segura: si el president se sale con la suya y consigue encabezar una candidatura conjunta de soberanistas, la maniobra provocará con toda seguridad la federación de CiU, forjada en 1978.
La relación entre Unió y Convergència ha vivido turbulencias –en varias ocasiones importantes– durante estos años, pero hasta ahora las había superado. Sin embargo, las estrategias de ambos partidos para después del 9-N son ya irreconciliables.
Unió se ratificó ayer en que no quiere ni elecciones anticipadas ni «transgredir la legalidad». Es más: aseguró que, mientras exista CiU, la federación nunca actuará al margen de las leyes.
La fórmula preferida por el líder del partido, Josep Antoni Duran Lleida, es un cambio de alianzas en el Parlament. El PSC pasaría a ser el socio de CiU, y los votos de ERC dejarían de ser imprescindibles para, por ejemplo, aprobar los Presupuestos de la Generalitat. Se trata de un movimiento que también ve con buenos ojos el Gobierno español.
«Tres convocatorias electorales en cuatros años electorales no dan la estabilidad que requiere el país. Esa es nuestra tesis», insistió ayer Ramon Espadaler, consejero de Interior de la Generalitat y secretario general de CiU.
La otra línea roja del partido también choca frontalemente contra el plan de Mas. Unió ya ha dicho de manera oficial que nunca aceptará concurrir en una lista electoral cuyo objetivo sea la proclamación unilateral de la independencia de Cataluña. Y esa es, precisamente, la condición que pone ERC al presidente catalán para formar una «candidatura de país», y que Convergència ya está estudiando.
Espadaler cargó ayer de nuevo contra las exigencias de los republicanos. Para Unió, «tan importante es el qué como el cómo» en cuanto a la toma de decisiones sobre el futuro político de Cataluña.
Según Espadaler, el cómo debe tener en cuenta la «cohesión social» y el «marco de legalidad». ERC, sin embargo, exige declarar la independencia «en el primer pleno parlamentario» tras una eventual victoria electoral de una lista netamente independentista.
Con respecto a esa candidatura «de país» que preconiza el presidente de la Generalitat, Espadaler no se muestra en absoluto entusiasmado. Ayer explicó que la fórmula preferida de Unió «no es la unión de las fuerzas, pero si alguien plantea la propuesta, la vamos a escuchar».
Espadaler también dijo que el Govern no se plantea dar marcha atrás, como pide Oriol Junqueras, en su renuncia al 9-N original. Y, como conseller de Interior y por tanto responsable de la Policía de la Generalitat, añadió: «Desde el minuto cero ya dije que nunca pondríamos al cuerpo de Mossos d’Esquadra en una tesitura de tener que elegir entre obedecer al Govern o a las autoridades españolas, porque eso me parece inconcebible».
Pero ninguna de estas advertencias parecen hacer mella en los dirigentes de Convergència, que fían la salvación de la carrera política de Mas a una lista con ERC que disimule la debacle que todas las encuestas auguran al partido. En privado, muchos dirigentes de la federación ya dan la ruptura por segura.