EL CORREO 05/12/14
· Los jeltzales, que achacan la mano tendida de Arraiz a sus urgencias electorales, siguen apostando por mantener sus acuerdos con el PSE
La oferta lanzada ayer, una vez más, por Sortu al PNV para colaborar en clave soberanista y «de país» volvió a quedar en papel mojado. Entre otras cosas, porque los destinatarios la achacan esencialmente a las urgencias internas de los emisores y porque, a menos de cinco meses de las elecciones municipales y forales, Sabin Etxea no contempla cambiar de estrategia. Mantiene su apuesta por los acuerdos transversales con el PSE, sobre la que ha edificado también el Gobierno vasco la presente legislatura.
Pese a la incertidumbre que ha sembrado en la escena política vasca el alcance de la irrupción de Podemos –a quienes el último Euskobarómetro situaba ya como segunda fuerza a escasa distancia de los peneuvistas–, la formación de Andoni Ortuzar sigue mirando a los socialistas vascos y hace oídos sordos a la insistencia de Sortu en que cancelen sus acuerdos con el partido de Idoia Mendia para pactar entre nacionalistas a favor de la «construcción de Euskal Herria». El debate sobre el nuevo estatus no es tampoco una prioridad para el PNV, decidido a mantener los ritmos pausados de la ponencia parlamentaria de autogobierno hasta que los resultados de las próximas generales despejen incógnitas y abran el campo de juego.
Pero la propuesta hecha pública ayer por Hasier Arraiz contenía dos novedades, al menos en las formas. El presidente de Sortu desveló que su partido habría dejado «sobre la mesa» del PNV su «disposición» a poner «por escrito» un hipotético acuerdo «nacional» para el ejercicio del derecho a decidir. Y, además, las palabras del dirigente abertzale llegaban horas después de que el líder jeltzale en Gipuzkoa, Joseba Egibar, se mostrara convencido de que las dos principales fuerzas nacionalistas tienen la «obligación» de acordar «una serie de mínimos y bases políticas» para «coliderar» el país y sentar las bases de la recuperación económica, la paz y la convivencia y el nuevo estatus.
Preguntado por esa aseveración, Arraiz aseguró que está convencido de que, como burukide del EBB que es, Egibar «tiene conocimiento» de la predisposición de EH Bildu a rubricar, negro sobre blanco, un texto que dé un nuevo impulso al «proceso» soberanista. Y consideró que las relaciones entre el PNV y la izquierda abertzale se han afianzado porque «hemos sido capaces de establecer un canal y que ese canal siga abierto de una forma sostenible abre posibilidades a futuro», en referencia a las frecuentes reuniones discretas que, desde hace unos meses, mantienen en Sabin Etxea las cúpulas de ambos partidos. «Ese futuro a algunos nos gustaría que fuera próximo, pero no está en nuestra mano», admitió Arraiz, que confió en que ese entendimiento llegue «antes que tarde» porque «este país necesita acuerdos nacionales entre las principales fuerzas políticas de Euskal Herria».
Canal abierto
Fuentes oficiales del PNV consultadas por este periódico se limitaron a constatar que, efectivamente, «hay un canal abierto con Sortu y se está trabajando en él», sin entrar al fondo de la cuestión. Sin saludar la oferta pero sin descalificarla tampoco. No obstante, en círculos jeltzales se achaca la insistencia de la izquierda abertzale en demandar una entente entre nacionalistas a sus propias «carencias» y «vértigos» electorales. Consideran que están acuciados por el tirón de Podemos en su espacio electoral natural –lo que limita sus posibilidades de crecimiento– y por la imposibilidad de dar máximo protagonismo al mensaje netamente social y de izquierdas que demandan los tiempos, obligados como están a mantener el discurso en torno a los presos de ETA y a la independencia. En ese contexto, y de acuerdo a esas interpretaciones, tratar de enfrentar al PNV a sus propias contradicciones como partido abertzale sería la principal baza de EH Bildu en su estrategia electoral.
«Ni nosotros estamos ahora en esas claves ni ellos quieren tampoco ningún pacto», ilustra, con toda claridad, una fuente peneuvista. Los jeltzales ven, de hecho, un claro intento de Sortu de dar relevancia pública a la propuesta que tiene previsto dar a conocer el próximo día 24 para poner en marcha, según recordó ayer el propio Arraiz, un «proceso constituyente» que desemboque en la creación de «un Estado vasco en la Europa del siglo XXI». Igual que Podemos, la izquierda abertzale defiende que ha llegado el momento de cambiar el modelo, ahora «agotado», pero exige hacerlo de forma específica en Euskadi porque «necesitamos participar y decidir como vascos y construir una sociedad vasca más justa y solidaria, donde todos los vascos sin exclusiones, siendo dueños de sus derechos sociales, puedan vivir con dignidad». La presión sobre el PNV serviría también para ‘calentar’ la manifestación por los presos del próximo sábado, a la que los militantes jeltzales de a pie han sido invitados a participar por Sortu. Incluso, la llamada a la colaboración entre abertzales de un Egibar en clara pugna en Gipuzkoa con EH Bildu puede ser interpretada en clave electoral.
No en vano, hay precedentes, y muy recientes, del escaso recorrido que han tenido las distintas escenificaciones de mano tendida de Sortu al PNV. Cada vez que tiene ocasión, como hizo en el último pleno de control, el lehendakari Urkullu recuerda a EH Bildu que, en el arranque de la legislatura, les ofreció un acuerdo de coalición que rechazaron. A la vuelta del verano, el grupo parlamentario de la izquierda abertzale se estrenó en el pleno de política general con una oferta, entonces sorprendente por novedosa, para explorar un acuerdo presupuestario con el Gobierno vasco y «reformular» las bases éticas de la ponencia de paz, ahora estancada por el abandono del PSE. Tres meses después, el pleno de aprobación de las Cuentas, que Urkullu ha sacado adelante con el apoyo del PSE, certificó la brecha entre ambas fuerzas nacionalistas por el modelo de país. La puerta que había abierto, dijo entonces Arraiz, queda «cerrada». Tampoco ha habido noticias, por el momento, del documento alternativo al ‘suelo ético’ que la izquierda abertzale trabaja directamente con el PNV.