Urkullu reconoce que la convivencia en Euskadi tiene aún «carencias» y tilda de «escenificación amable» el primer acto social de Martín Garitano
El PNV confía en que Bildu pase definitivamente la página del pasado aunque cree que aún no lo ha hecho del todo e incluso denuncia «presiones» de la coalición a sus candidatos en determinados municipios. El líder jeltzale, Iñigo Urkullu, está convencido de que los soberanistas tienen una «magnífica oportunidad» el sábado para demostrar que entienden que se ha abierto «un nuevo tiempo» y actúan en consecuencia. Por eso, invitó a sus representantes a aprovechar los Plenos de constitución de los ayuntamientos para exigir el «cese definitivo» de ETA. Urkullu cree que hacerlo sería su mejor «tarjeta de visita» de cara al resto de fuerzas políticas.
Un día después de destapar su jugada -que pasa por presentar sus propios candidatos en todos los casos y votar por ellos-, Urkullu compareció en Sabin Etxea en medio de una gran expectación, aunque no ofreció más novedades sobre el futuro de las instituciones. Lo que sí dejó claro es que el PNV mira a Bildu con recelo y que, a pesar de ello, está dispuesto a permitir que gobierne Guipúzcoa y San Sebastián -y otros ochenta municipios más en Euskadi- si el PSE no lo remedia. Es más, el líder jeltzale admitió que, teniendo en cuenta que la izquierda abertzale pretende disputarles la «hegemonía» en el espectro nacionalista, «al PNV le merece la pena observar la forma de actuar de Bildu» y esperar a que, si finalmente accede a responsabilidades de gobierno, «se vaya reflejando en el espejo ante la sociedad en su manera de hacer y no refugiándose en la cobertura de fórmulas compartidas con otras formaciones, tampoco con el PNV».
Más claro, agua. Los jeltzales no ocultan que prefieren que Bildu se quede sola ante el peligro, acuse el desgaste del poder y llegue así con menos fuelle a las elecciones de 2013. Aunque a la vez insistan en que el PNV ni se plantea compartir responsabilidades de gobierno con Bildu porque sólo conocen aspectos «genéricos» de su programa y porque «su ‘curriculum vitae’ está en blanco». O aunque Urkullu no tenga problema en admitir que el primer acto social de Martín Garitano, en el que presentó su proyecto para Guipúzcoa, no pasa de ser una «escenificación amable».
Frentes del pasado
No creen en Sabin Etxea que los socialistas vascos vayan a frustrarles el plan votando ‘gratis et amore’ a sus candidatos e insisten de paso en que su estrategia supone abandonar las políticas de «bloques y frentes», que son «cosa del pasado». En Guipúzcoa abren paso a Bildu, en Álava se lo cortan al PP. «¿Se va a sentir agredido el PP ahora cuando ellos nos desplazaron del Gobierno vasco siendo nuestro candidato el más votado? ¿Tengo yo que atender al PP cuando nos pide que superemos las afrentas del pasado?», se preguntó Urkullu, que rechazó así el guante que le había lanzado Antonio Basagoiti.
No obstante, y pese a su interés en que Bildu se retrate ante los ciudadanos, Urkullu admitió que a su partido le «preocupan» las «presiones» que la coalición estaría ejerciendo en determinados municipios donde el PNV está en condiciones de arrebatarles la alcaldía, algo que Bildu también está dispuesto a hacer a la inversa en Markina con el apoyo de Aralar. Los jeltzales reconocen que ha habido pasquines -en Elorrio-, pintadas -en Ortuella- e incluso fricciones en el trato personal. Urkullu reconoció que existen aún «muchas carencias» en la convivencia en los pueblos de Euskadi y exigió a Bildu «compromiso» y «empeño» para superarlas e inaugurar una nueva «cultura política». «Ya no pueden refugiarse en el victimismo, tienen que dar ilusión a su electorado», recomendó, sin perder la «esperanza» de que cambien.
EL CORREO, 8/6/11