EL MUNDO 30/09/13
Urkullu pide un acuerdo constituyente entre diferentes durante los actos del Alderdi Eguna
El presidente del EBB del PNV advirtió ayer, durante los actos del Alderdi Eguna, que Euskadi no compite con Cataluña en la carrera por la soberanía. Andoni Ortuzar hizo numerosos guiños a la representación catalana presente en el ‘día del partido’, pero marcó nítidamente las distancias con la política de Artur Mas. Ir a «nuestro ritmo», dijo, es la «mejor garantía de llegar a una meta», que estableció en situar a Euskadi como «nación próspera y ejemplar en Europa», aunque en ningún momento habló de la fórmula jurídica. El lehendakari Urkullu planteó «un acuerdo constituyente entre diferentes que nos abra a un nuevo tiempo». Los dirigentes nacionalistas no escatimaron críticas a EH Bildu y reclamaron a ETA que inicie ya el desarme y se encamine a su final. FORONDA. Había expectación por escuchar, en plena ebullición del órdago soberanista catalán, los mensajes del PNV en el Alderdi Eguna, el primero en el que, cuatro años después y tras el paso del PSE por el Gobierno, los jeltzales volvieron a exhibir su tradicional bicefalia con un dúo hasta ahora inédito en la fiesta del partido en las campas de Foronda: el lehendakari Iñigo Urkullu y quien le sustituyó al frente del EBB, Andoni Ortuzar. Y el presidente jeltzale, aunque no escatimó guiños a Cataluña e incluso se soltó a hablar en la lengua de Tarradellas – «no esteu sols, no estem sols a Europa ni al món», dijo frente a las delegaciones invitadas de CDC y de Unió–, también se esforzó en marcar distancias con la ‘vía catalana’ y la firme determinación de Artur Mas y Esquerra de convocar una consulta independentista en 2014 y en reivindicar un ritmo propio para Euskadi porque el autogobierno, dijo, «no es una carrera».
Ortuzar prometió a los miles de militantes que coreaban animados por un ‘speaker’ el lema de este año – ‘I am basque’, inspirado en el lehendakari Agirre– que Euskadi llegará a ser una nación «próspera y ejemplar» en Europa, aunque se quedó en el terreno de la ambigüedad y evitó concretar con qué fórmula jurídica o hablar de Estado propio. Al mismo tiempo, también quiso dejar claro que los nacionalistas vascos impulsarán ese proceso «a nuestro ritmo, con nuestro camino, pero seguros». Esa es, dijo, «la mejor garantía de llegar» a una meta, que los vascos cruzarán «sanos y salvos» y a la que, sobre todo, arribarán «todos». «Ni los peajes que quiere imponer la izquierda abertzale ni la barrera bajada con la que siempre nos amenaza el PP van a impedir que hagamos este viaje».
En definitiva, el PNV aprovechó la jornada festiva en la que tradicionalmente destapa el tarro de las esencias soberanistas, que ayer cumplió su edición número 36, para reafirmar su apuesta por la «libertad nacional» de Euskadi –una aspiración de máximos a la que nunca ha renunciado pero que ahora ha quedado relegada por la crisis y la paz– y por perseguirla sin pausa pero, sobre todo, sin prisas.
Es más, Ortuzar quiso advertir a unas bases siempre más ansiosas de que «la velocidad» no siempre es buena consejera y dejar claro que el hecho de que Cataluña –históricamente más pactista y menos dada a aventuras– haya pisado el acelerador no exige que Euskadi haga lo mismo. «La velocidad a veces embriaga», expuso, en un ejercicio de pedagogía interna: «Es fácil dejarse llevar por esa sensación de volar, de facilidad, de que todo es posible». Pero, «cuidado», advirtió, porque los acelerones pueden hacer «perder el control» y derivar en «accidentes de consecuencias irreparables». «Así que kontuz», previno.
Porque, como no cesó de recordar, Cataluña y Euskadi son dos «naciones diferentes» con «caminos diferentes», pero con «un mismo objetivo»: decidir «libremente» su futuro. «¿Qué hay de malo en ello?», se preguntó, en un guiño literal a un Juan José Ibarretxe –cuyos errores el PNV no quiere repetir– que compareció ayer en Foronda acompañado por otro exlehendakari, José Antonio Ardanza, tocados ambos con gorras con el lema de la fiesta. «Conseguir la libertad nacional no es una carrera. No competimos con nadie por llegar antes», apostilló el burukide de Sanfuentes en su primer discurso como líder en un Alderdi Eguna, que aprovechó para agradecer al cuerpo social jeltzale la «madurez» con la que han afrontado la excepcional –por rápida– transición interna que le aupó a la presidencia del EBB. Una demostración de «fuerza y unidad» que, según dijo, ha permitido al PNV seguir siendo «el partido» de Euskadi.
También Urkullu se puso épico al comparar el «largo camino» de la construcción de Euskadi con el viaje de la Odisea de Ulises a su patria de Ítaca. El lehendakari dejó claro que «nuestra Ítaca» es ser nación en Europa. Ése es, para Urkullu, el «destino» de Euskadi y «nadie nos lo va a arrebatar». Aunque, del mismo modo que Ortuzar habló de emprender ese proceso sin ir «contra nadie» y «desde el diálogo y el acuerdo», también el lehendakari, que se mira mucho más en el espejo escocés que en el catalán, habló de derecho a decidir pero mediante el «pacto entre diferentes».
«El contencioso político»
Con el acuerdo con el PSE que garantiza la estabilidad a su Ejecutivo aún caliente bajo el brazo –Ortuzar decidió omitir a última hora las críticas al afán de protagonismo de los socialistas que sí figuraban en el discurso escrito–, Urkullu exhibió un mensaje moderado pero firme. Habló del modelo bilateral consagrado en el Concierto, de participar en «estructuras complejas» desde «la interdependencia» y de mostrarse ante Europa como un país «riguroso, abierto y activo». Pero, aunque ha decidido dejar el debate soberanista en manos del Parlamento, también dio su fórmula para aprovechar la «oportunidad histórica» que ahora se brinda, a su juicio, para superar el «contencioso político vasco»: propiciar un «acuerdo constituyente entre diferentes que nos abra a un nuevo tiempo».
Aunque la cuestión soberanista fue el argumento central de los discursos, la posibilidad de asentar la paz estuvo también muy presente, acompañada de una abundante ración de críticas a EH Bildu, «abertzales de vía estrecha» para Ortuzar, capaces de tener «la cara dura» de reivindicar la ‘vía vasca’ «cuando se han opuesto a todas las vías, autovías y autopistas de este país». «No admitimos sus lecciones. ¿Sabéis que es lo primero que nos deberían enseñar? Las armas de ETA», instó el líder jeltzale tras acusarles de haber «saboteado con ‘goma dos’» el «futuro» de Euskadi.
Aún con la resaca del último y decepcionante comunicado en el que ETA se vanagloria de su trayectoria, el mensaje de los dos líderes jeltzales fue claro: es necesario favorecer una sociedad «sana y sin trincheras» –Urkullu aprovechó para poner en valor su plan de paz–, pero para ello es preciso que la banda inicie «ya» el proceso para su desarme «y final definitivo». «Nos lo debe. Que tenga la valentía que nunca ha tenido y dé el paso. Que se desarme cuanto antes ante este pueblo al que tanto ha hecho sufrir», exigió Ortuzar.
La salida de la crisis económica «sin corrupción y sin pelotazo» fue el tercer pilar del mensaje del PNV, que incluyó un claro guiño de Urkullu a los empresarios, cuyo presidente, Miguel Ángel Lujua, estuvo ayer en Foronda tras una semana en la que las tensiones entre el Gobierno y la patronal han quedado más que patentes. El lehendakari dejó claro que la prioridad de su gabinete es crear empleo y para eso es preciso respaldar «a la empresa». «Creemos en la empresa, en las personas que toman la iniciativa y asumen riesgos. Estamos ayudando y la vamos a ayudar», prometió.