El PSE echa en falta una exigencia «rotunda» de disolución de la banda y el PP cree que evidencia la «insuficiencia democrática» de Bildu
El PNV valoró ayer «muy positivamente» el comunicado remitido a EL CORREO por el autodenominado grupo de ‘Presos comprometidos con el irreversible proceso de paz’, una decena de internos de la prisión de Nanclares disidentes de ETA y ahora opuestos a la violencia, en el que piden a Bildu que dé pasos de forma unilateral «en el camino de la reconciliación» con las víctimas. Si los jeltzales aplaudieron de forma entusiasta el gesto del colectivo liderado, entre otros, por los ‘históricos’ de la banda Joseba Urrosolo Sistiaga, Carmen Gisasola y Kepa Pikabea, socialistas y populares se mostraron más prudentes, con el argumento de que ETA aún no ha manifestado su disposición a entregar las armas. En todo caso, también Iñigo Urkullu puso el acento en la necesidad de que la izquierda abertzale aproveche la «oportunidad» que le brinda su presencia en las instituciones para reclamar el «cese definitivo» de la actividad terrorista.
Todos consideraron, con distintos grados de entusiasmo, que la exigencia mostrada con la coalición soberanista solo puede considerarse positiva, además de subrayar que responde a una trayectoria ya acreditada con anterioridad por el colectivo disidente de Nanclares. «Es mucho mejor que los que están pagando condena por haber pertenecido a ETA y haber cometido atentados estén una reflexión un tanto autocrítica que en la complicidad con la banda», subrayó el líder de los socialistas alaveses, Txarli Prieto.
El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, fue, sin duda, quien ofreció la visión más optimista, aunque aprovechó la pregunta, durante una comparecencia en Bilbao, sobre el comunicado enviado a este periódico y otra sobre las últimas detenciones de miembros de ETA para exigir una vez más a la izquierda abertzale que pida el fin de la banda. Aunque reconoció el valor del rechazo de ese mundo a la violencia, también consideró importante para abortar cualquier «tentación» de ETA de volver a las andadas que la izquierda abertzale, sea o no a través de Bildu, dijese «claramente» a los terroristas «’hasta aquí’, ‘terminen ustedes’» y no solo «en la defensa de un juicio», en referencia a la ruptura con la violencia etarra que ha escenificado esta semana Arnaldo Otegi en la Audiencia Nacional.
En todo caso, consideró «interesante» y digno de «aplauso» que los presos que se han desmarcado de la ortodoxia de la banda aboguen por tener en cuenta a las víctimas, una reflexión que, recordó, ya hizo la izquierda abertzale hace más de siete años, en referencia al discurso de Anoeta. Urkullu alabó que personas con una trayectoria como la de Urrosolo Sistiaga y sus compañeros hagan esta «llamada de conciencia» que «merece la pena», pese a reconocer que los procesos de «reconciliación» son «terrenos delicados de gestionar» porque entran dentro de lo «personal».
Prieto, por su parte, consideró que para que estas voces revistan «credibilidad» suficiente deben ser más «claras y contundentes», más allá de las «críticas suaves» que puedan hacer a ETA. «Lo primero es dejar claro que piden y exigen la disolución de ETA», reclamó el dirigente socialista alavés, convencido también de que los gestos que reclaman hacia las víctimas deberían reflejar una «solidaridad» inequívoca con quienes han sufrido pérdidas irreparables a manos de la banda en que ellos militaban. De hecho, y aunque insistió en la bondad de caminar hacia la reconciliación, también recordó que en Euskadi no ha habido «enfrentamiento civil», sino «ciudadanos que hemos buscado la libertad y otros que han cogido las armas para atentar contra quienes buscábamos esa libertad».
El portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, censuró que los presos disidentes den «por supuesto» que la violencia se ha acabado, aunque consideró que su comunicado tiene un «valor» importante, el de poner de manifiesto la «resistencia» de Bildu a la «ruptura con ETA». «Está claro que piden a Bildu más de lo que Bildu está dispuesto a dar. Se visualiza de forma gráfica su negativa a desmarcarse de la violencia terrorista, el poco camino que ha recorrido y el que le falta por recorrer». En definitiva, el dirigente popular se mostró convencido de que el emplazamiento a Bildu no hace sino poner en evidencia su «insuficiencia democrática», que «no vieron ni los jueces del Tribunal Constitucional ni algunos políticos supuestamente conocedores del terreno».
EL CORREO, 2/7/11