EL CORREO 07/02/13
· Los verificadores de Mannikalingam volverán a visitar Euskadi justo antes del congreso fundacional de Sortu.
En medio de crecientes rumores sobre los supuestos contactos de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) con ETA en Oslo para tratar un posible desarme de la banda, el PNV rompió ayer la habitual discreción que mantiene en materia de pacificación y auguró, por boca del portavoz jeltzale en el Congreso, Aitor Esteban, «noticias positivas» al respecto en los próximos meses y «movimientos» no solo relacionados con el desmantelamiento de los arsenales etarras sino también con el colectivo de presos. «Hay muchos agentes que se tienen que mover, se tienen que dar algunos pasos. Pero yo seguiría la pista a la noticia», recomendó, enigmático, el diputado peneuvista en una entrevista en Onda Vasca.
Las palabras del portavoz resultaron llamativas no solo porque se apartan de la consigna de absoluto silencio sobre la trastienda del final definitivo de ETA impuesta por Iñigo Urkullu, primero en la dirección del partido y ahora en Lehendakaritza. También por el optimismo que desprenden, justo una semana después de la reunión que el jefe del Ejecutivo autónomo mantuvo con Mariano Rajoy –allí destacó que la ‘línea caliente’ entre La Moncloa y Ajuria Enea para tratar asuntos relacionados con la pacificación se mantiene permanentemente abierta– y en puertas de una inminente visita al País Vasco del grupo internacional encabezado por Ram Manikkalingam.
Como ya adelantó EL CORREO el pasado 25 de enero, el CIV tiene previsto desembarcar de nuevo en Euskadi la penúltima semana de febrero, justo en vísperas del congreso fundacional de Sortu que se celebrará el día 23, sábado, en Pamplona. El colectivo internacional encargado de velar por el fin de ETA, que ha mantenido reuniones con distintos colectivos en Euskadi en fechas recientes, volverá en breve para intensificar esos contactos, que incluirán a buen seguro al lehendakari Urkullu. «No se lo han pedido, pero si se lo piden se reunirá con ellos de forma discreta», aclararon fuentes consultadas en el Gobierno vasco.
Urkullu, de hecho, contribuyó de forma importante a facilitar la interlocución del CIV con distintos colectivos sociales y con la propia Iglesia vasca. Y a diferencia de los mediadores encabezados por Brian Currin y los impulsores de la Declaración de Aiete de Jonathan Powell, más identificados con la izquierda abertzale, el grupo de Manikkalingam es el único que, hoy por hoy, mantiene una relación fluida con Ajuria Enea y Sabin Etxea.
No ocurre lo mismo, sin embargo, con el Gobierno central, que no reconoce a los verificadores ni concede legitimidad alguna a su labor. De hecho, la implícita asunción por parte del CIV del mensaje que les trasladó ETA la primavera pasada, que incluía la exigencia de «desmilitarización» de Euskadi –en referencia al repliegue de Policía y Guardia Civil–, acabó por enfriar cualquier posibilidad de aproximación. Ayer se encargó de recordarlo el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, que descartó reunirse con ellos «por mucho que cobren» porque «lo único que hace falta es que ETA entregue las armas».
Según los medios consultados, ese es precisamente el escollo que dificultaría el posible paso al frente de ETA al que se refirió ayer Esteban, que no aclaró si el desarme sería total o parcial y tampoco apuntó ningún detalle sobre el ‘modus operandi’, que podría contemplar dejar al descubierto los zulos o realizar una entrega de armas aún por determinar.
Contactos y exploraciones
Lo que sí apuntó el cualificado dirigente jeltzale, perteneciente al núcleo más influyente del aparato vizcaíno, es que. «a pesar de que se dice que no hay nada, que no se mueve nada, siempre hay vías de contacto y exploraciones». Por ello, Esteban recomendó estar atentos «en los próximos meses» tanto a los movimientos que pueda hacer la banda como a los que se den en las cárceles, y todo a raíz de una pregunta sobre el encuentro en La Moncloa de Rajoy y Urkullu, que, según dijo, «no fue mal en algunos ámbitos».
Significativamente, al término de aquel almuerzo con el presidente del Gobierno, el lehendakari pidió a ETA «gestos» que puedan desbloquear la actual cerrazón del Ejecutivo de Mariano Rajoy. El Gobierno central, al margen de alguna concesión muy puntual en casos de reclusos enfermos, se muestra absolutamente remiso a cualquier flexibilización de su política penitenciaria si la banda no decide antes entregar las armas y disolverse de forma definitiva.
El problema es que la organización terrorista, a su vez, es reticente a dar nuevos pasos que aceleren su desaparición irreversible si antes el Ejecutivo central no le ofrece alguna garantía de que, en ese supuesto, reconocería oficialmente el desarme y marcaría un punto de inflexión en su política sobre los presos de ETA, el problema principal y prioritario que la banda debe resolver.
No obstante, eso no sucederá en una mesa de negociación entre el Gobierno y ETA, absolutamente descartada, ni tampoco a través de una mediación oficial del CIV ni de ningún otro grupo internacional, aunque el Ejecutivo de Rajoy si podría autorizar de forma implícita movimientos que posibilitaran el cambio de escenario. La única salida, y a la que parece apuntar Esteban, es que la banda se decida a hacer un gesto netamente «unilateral» que desbloquee el actual estancamiento, un contexto en el que algunos observadores también echan de menos un reconocimiento explícito del daño causado y del dolor de las víctimas.
EL CORREO 07/02/13