EL MUNDO – 07/07/16
· Los nacionalistas quieren evitar el rechazo del votante independentista y contrario al PP.
· El PNV ni apoyará a Mariano Rajoy ante una hipotética investidura ni facilitará con la abstención de sus cinco diputados su continuidad en La Moncloa.
Una posición cerrada y compartida por la dirección del Euzkadi Buru Batzar y por los referentes institucionales más importantes con el lehendakari, Iñigo Urkullu, a la cabeza.
Pero el no nacionalista revestido en su disposición al diálogo «sin líneas rojas» forma parte de la estrategia electoral con la que el PNV prepara unas elecciones autonómicas que se celebrarán el próximo otoño, muy probablemente el domingo 23 de octubre. Una cita que preocupa mucho en Sabin Etxea después de que en la noche electoral del pasado 26-J Unidos Podemos se consolidara como la coalición más votada con 333.730 votos frente a los 286.215 del PNV. Urkullu, que guarda celosamente la fecha definitiva de la cita electoral, prepara una campaña en la que se ofrecerá como la única opción fiable ante la hipotética pinza entre la coalición de Iglesias y Garzón y la de Arnaldo Otegi.
El PNV es un partido que mima los detalles. Y ayer los nacionalistas establecieron una enorme diferencia entre la disposición que mostraron para apoyar la investidura de Sánchez en primavera, a su medido desdén para hacer lo propio con Rajoy.
Aitor Esteban, portavoz parlamentario nacionalista y esposo de la presidenta del PNV en Vizcaya, Itxaso Atutxa, se presentó solo en La Moncloa, un tanto incómodo en la sesión de fotos previa a la conversación con Rajoy, y mordiéndose la lengua tras el encuentro como cuando manifestó que era «prácticamente… difícil» que los cinco parlamentarios del PNV terminen habilitando a Rajoy como presidente del Gobierno de España. Nada que ver la protocolaria reunión con el encuentro mantenido el pasado 6 de febrero en el Congreso cuando Andoni Ortuzar, también trajeado y encorbatado, se desprendió de la corbata antes de sentarse con Pedro Sánchez y con el propio Esteban para la sesión fotográfica.
Sin cámaras, a la conversación se sumaron Joseba Aurrekoetxea –el dirigente con más influencia en Ortuzar y enlace en todas las negociaciones– y el ex consejero de Interior vasco Rodolfo Ares. Los nacionalistas colocaron sobre la mesa la «agenda vasca». Un documento de 40 páginas que fue calificado por los socialistas como una «carta a los Reyes Magos» al incluir el traspaso de 35 competencias estatutarias pendientes, tales como la transferencia de las prisiones y de la gestión de la Seguridad Social, el pago de 1.300 millones del teórico desajuste del Cupo que reclama el Gobierno vasco, inversiones cercanas a los 900 millones de euros más para financiar la entrada del Tren de Alta Velocidad a las tres capitales vascas y hasta facilitar la participación de las selecciones deportivas vascas en competiciones internacionales. «El grado de implicación del PNV –señaló ante los medios Ortuzar entonces– será directamente proporcional al grado de acuerdo con esa agenda vasca». Pero los socialistas entendieron que en ningún caso el PNV movería ficha si antes no lograban al menos la abstención de Podemos.
Dos meses más tarde, el PNV tiene toda su maquinaria preparada para activar a su militancia e intentar captar votos en los caladeros del PSE-EE y del PP ante la amenaza de la consolidación de Unidos Podemos. La coalición recibió el 26-J el apoyo de uno de cada tres votantes vascos y, frente al pinchazo en el resto de España, creció en 16.000 votos respecto al 20-D. «Unidos Podemos y EH Bildu sitúan en el centro del escenario político vasco a Iñigo Urkullu, que es el gran activo del PNV», sostienen desde el Gobierno vasco, donde confían en que la formación de izquierdas pierda fuelle en otoño erosionada por el desgaste en el resto de España y ante la recuperación de la EH Bildu de Otegi que ya auguran las encuestas.
Sondeos continuos contratados por EiTB que en seis entregas (ya se han realizado tres) constatan la fortaleza del PNV ante las autonómicas de otoño. Su crecimiento porcentual sería de 15 puntos más que el 25% logrado el 26-J, 27 escaños, los mismos que logró en 2011 Urkullu. EH Bildu perdería 4 escaños pasando de 21 a 17 mientras que Unidos Podemos se situaría con un apoyo del 18% del electorado y tan sólo 14 escaños.
«¿Quién será entre Unidos Podemos y EH Bildu la copia y el auténtico para miles de votantes en octubre?», se preguntan los dirigentes nacionalistas, que fueron los primeros en conformar sus listas y designar a Urkullu como candidato por Álava, la provincia en la que se volcarán en las próximas semanas.
Los dirigentes nacionalistas tienen claro que necesitan dos ingredientes para triunfar en las próximas elecciones vascas. Por un lado, no pactar con el PP antes de los comicios autonómicos para no generar el rechazo de sus votantes más independentistas y evitar movilizar al electorado de EH–Bildu. Y, por otro, que Unidos Podemos no se desplome en las encuestas. Este partido marcará, sin duda, el eje de la estrategia electoral del PNV. Un eje similar al que planteó el PP en esta última campaña: cazar el voto del miedo situando a Unidos Podemos como el partido que, en alianza con EH Bildu, podría traer el caos y la incertidumbre económica al País Vasco.
Los peneuvistas buscarán erigirse como el único partido que puede garantizar la estabilidad y la moderación en territorio vasco para así activar el voto útil y pescar votantes del PSE y PP vasco, todavía pendiente de candidato. Lo cierto es que en Sabin Etxea ya han puesto toda la carne en el asador con vistas a las autonómicas. Los estrategas electorales del PNV se están esforzando en incorporar a su know how las últimas novedades en cuanto a tecnología de campaña electoral (principalmente el uso de Facebook para captar a su electorado objetivo a través de la compra de publicidad en la red social, tal y como implantó en Génova el equipo del gurú de Barack Obama, Jim Messina, en las últimas elecciones) conscientes de que necesitan nuevos métodos para detener la amenaza de Unidos Podemos.
EL MUNDO – 07/07/16