EL CORREO 01/06/2013
· Jeltzales y socialistas escenificarán el lunes el inicio de la negociación «global» que exigía López con una foto conjunta en el Parlamento.
Es pronto para decir si, parafraseando a Bogart en ‘Casablanca’, se está fraguando el inicio de una bonita amistad, pero caben pocas dudas de que la escena política vasca ha llegado a un punto de inflexión. O, al menos, medio año después, a una especie de ‘reseteo’ de la legislatura, que el PNV inició con la intención de valerse de la llamada geometría variable para sortear de forma satisfactoria su minoría parlamentaria, una estrategia que ha terminado por reconocer como inviable para seguir gobernando sin verse sometido a un desgaste insoportable.
En este contexto se inscribe la cita, anunciada ayer por ambos partidos con sendas notas de prensa idénticas –lo que indica una escenificación cuidadosamente coordinada y pactada hasta el más mínimo detalle desde el inicio–, que el PNV y el PSE mantendrán el próximo lunes en el Parlamento vasco para «iniciar una negociación de carácter global y al más alto nivel político sobre los grandes acuerdos de país que necesita la sociedad vasca».
Esta vez, y a diferencia de la cumbre a cinco bandas que convocó el lehendakari Urkullu en la sede de la Presidencia vasca hace casi dos semanas, sí habrá fotos. Es más, la imagen de las dos delegaciones negociadoras sentadas a la misma mesa en una de las salas de la Cámara vasca –en una suerte de teatralización del primer acto de la distensión– será el verdadero mensaje. Los jeltzales acceden así a las exigencias formales que los socialistas venían haciendo en las últimas semanas: que se pusiera sobre la mesa un guión con vistas a un consenso mucho más amplio y ambicioso que el meramente fiscal y que se les dispensara un trato preferencial a la hora de la puesta en escena. Y les eligen, definitivamente y sin posibilidad de vuelta atrás, como potenciales socios preferentes para la legislatura.
De hecho, y si las negociaciones que arrancarán formalmente el lunes no se tuercen, el acercamiento PNV-PSE podría cristalizar, primero, en un consenso sobre la reforma tributaria antes del verano que quedaría reflejado en la previsión de ingresos que haga el Consejo Vasco de Finanzas en octubre. Y más a medio plazo, en una entente más sólida y general, posiblemente en otoño, que permitiera a Iñigo Urkullu aprobar sus Presupuestos para 2014 y, lo que es más importante, dejar atrás las estrecheces y la precariedad con la que se ha visto obligado a gobernar hasta ahora.
No hay base real aún, en todo caso, para que esos vaticinios pasen de ser meras previsiones lógicas y, de hecho, los socialistas vascos no quieren ni oír hablar de un posible pacto de legislatura que asegure al lehendakari Urkullu la tan ansiada estabilidad. Si así fuera, quienes fueron adversarios irreconciliables la pasada legislatura pasarían a ser aliados en ésta, además de reverdercer, años después, la tradición de acuerdos transversales PNV-PSE en Euskadi. Eso sí, parece muy poco probable que esa aproximación pudiera cristalizar en esta ocasión en un Gobierno de coalición y mucho menos antes de las elecciones municipales y forales previstas para 2015.
De momento, el gesto del lunes tiene valor en sí mismo, sobre todo porque de la cumbre de la Lehendakaritza solo había salido el compromiso del PNV de mantener encuentros bilaterales con todas las fuerzas parlamentarias para abordar el consenso más urgente, el fiscal. Los socialistas pusieron pie en pared y demandaron señales que permitieran visualizar que el PNV optaba con claridad por explorar la vía del acuerdo con el PSE.