KEPA AULESTIA-EL CORREO

  • El refrendo sobre las competencias pendientes no puede significar que se devalúe el vaso a rebosar de la autonomía vasca en el marco constitucional

El sondeo llevado a cabo por el PNV a través de las redes sociales, preguntando si «el incumplimiento del calendario de traspasos debería suponer la retirada de su apoyo al Gobierno Sánchez» ha obtenido el apoyo del 81% de los participantes al ‘sí’. La pregunta era tan intencionada como la metodología empleada para tan singular consulta. El resultado estaba cantado. Para qué, si no, estamos en Madrid aguantando a ese prepotente. Con el inconveniente de que al planteárselo así todas las demás virtudes del «gobierno de progreso» caen en saco roto. Y sería igual que Alberto Núñez Feijóo devolviera al PP a la Moncloa, incluso con la anuencia de Vox.

Resulta difícil imaginar que el PNV de Ortuzar y Urkullu haga efectivo el parecer no vinculante de un sondeo en redes, a riesgo de precipitar un adelanto electoral y de mostrarse indiferente ante el signo ideológico de quienes seguidamente pudieran conformar la mayoría parlamentaria de España. El amago referendario de los jeltzales puede obligar al Gobierno Sánchez a mostrarse más dispuesto a cumplir con el calendario de transferencias acordado. Pero el PNV no está en condiciones de ir a más en el asunto sin que hasta ese 81% de firmes defensores del Estatuto de Gernika acaben desconcertados ante el riesgo de que la recentralización se incremente en España.

El PNV ha abierto otro frente de inciertas derivadas, al dar por supuesto que EH Bildu se avendrá a que el paisaje de las pequeñas cumbres patrias sea invadido por molinos de viento descomunales de cerca. En medio de la discusión sobre el peaje que energéticas y bancos deberán abonar para seguir operando sin sobresaltos en España y en la Unión, aflora la enésima ocasión en la que la izquierda abertzale puede sentarse a una mesa de negociaciones sobre temas medioambientales. En este caso debido a las alcaldías que ostenta, protagonistas inmediatas del nuevo ciclo electoral. El emplazamiento jeltzale a que los de Bildu se hagan corresponsables de la autonomía energética requerida frente a la guerra de Putin bien podría dar lugar a un pulso eterno. A pesar de que la izquierda abertzale saliera malamente de la confrontación sobre el reciclaje de las basuras en Gipuzkoa.

De fondo se adivina el agotamiento de la legislatura vasca, y algo más. Exigir con todo derecho el cumplimiento del Estatuto de Gernika frente a las renuencias centralistas no exime a la comunidad política llamada Euskadi de alcanzar un acuerdo interno que posibilite la actualización del autogobierno. Refrendar la vindicación de las competencias pendientes tampoco puede significar que se devalúe el vaso a rebosar que representa la autonomía vasca en el marco constitucional.