EL MUNDO 06/12/13
· Ve en el ‘plan Ibarretxe’ «una buena referencia», pero apuesta por el pacto con el Estado
El PNV dio ayer el pistoletazo de salida al proceso para reformar el Estatuto de Gernica de 1979, para «actualizar» el encaje del País Vasco en España. Quizás aleccionado por el fracaso de Juan José Ibarretxe y por la deriva de Artur Mas, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, subrayó ayer que esa búsqueda de un «nuevo estatus político» para «Euskadi» –no habló de Navarra e Iparralde– seguirá los cauces fijados en el Estatuto actual para su reforma. Esa observación de la legalidad en la segunda intentona soberanista nacionalista tras el plan Ibarretxe, que Ortuzar considera «una buena referencia», supone que España tiene que autorizar la propuesta que le eleve el Parlamento vasco y dar luz verde al referéndum que la valide, que es tanto como decir que las Cortes Generales podrán vetarla y frustrar el objetivo de convocar una consulta popular antes de tres años, «en 2015 o 2016».
El PNV también ha querido introducir en este proceso otra diferencia de matiz respecto al plan Ibarretxe y a Cataluña. La propuesta de reforma del Estatuto que se plantee no la encabezará Iñigo Urkullu, que evitará así vincular su futuro político a un plan soberanista, como le ocurrió a Ibarretxe. En principio, los nacionalistas lanzarán sus propuestas dentro de una ponencia parlamentaria, en la que se sentarán con la oposición y se debatirá a puerta cerrada. Se pondrá en marcha antes de final de año.
En una primera valoración de la izquierda abertzale, el presidente de Sortu,Hasier Arraiz, se mostró satisfecho con que «Euskal Herria» –ellos sí incluyen a Navarra e Iparralde– siga la estela de Cataluña. «Hay un punto de partida común para hacer el camino», se felicitó. Pero dejó claro que, como ERC con CiU, quieren marcar la velocidad del proceso.
Arraiz fijó ciertas exigencias al PNV. La primera, «el reconocimiento del sujeto político que es Euskal Herria como nación y el derecho a decidir que le corresponde». La segunda, que el proceso no sea frenado por «los límites de Madrid». Y la tercera, que el punto de partida sea el plan Ibarretxe –un Estado libre asociado– y el Pacto de Loyola de la tregua de 2006, que abordaba la territorialidad de Navarra.
Y mientras PNV y abertzales trataban esta cuestión en los pasillos y despachos del Parlamento vasco, en el Hemiciclo se había producido minutos antes una coincidencia entre ambos. El PNV, que quiere a toda costa evitar los debates sobre ETA en los plenos –a micrófono abierto–, prefirió sumar sus votos a los de EH Bildu para sacar adelante un mandato que dice que estos asuntos deberían hablarse a puerta cerrada, en la ponencia de paz ahora paralizada.
Para que su propuesta fuera votada y aprobada, los nacionalistas tuvieron que hacer algo antes: decir no, también de la mano de la antigua Batasuna, a una iniciativa que el PP había acordado con PSE y UPyD para «defender la democracia», criticar los últimos actos de kale borroka y proclamar que «ETA nunca debió existir», una frase que el propio lehendakari proclamó hace poco desde la tribuna. Este gesto del PNV le valió el reproche de Arantza Quiroga (PP), que criticó el «silencio» de los nacionalistas.