EL CORREO 11/12/13
· Urkullu pide a Sortu que aplique el «ejemplo» de Mandela para consolidar la paz y la «reconciliación»
El PNV no secundará la movilización «a favor de los derechos» de los presos de ETA convocada el próximo 11 de enero en Bilbao bajo el lema ‘Tantaz tanta’ (‘Gota a gota’), que la izquierda abertzale y sus organizaciones afines esperan convertir en una ocupación sin precedentes del espacio público que les permita exhibir músculo y en una imagen de gran fuerza simbólica a favor del colectivo de reclusos etarras. No obstante, la formación peneuvista, cada vez más enfrentada políticamente a Sortu y EH Bildu por la hegemonía en el espacio nacionalista, mantendrá la misma postura de años anteriores, según confirmaron ayer fuentes oficiales del partido, y no acudirá al acto que tradicionalmente organiza el entorno de la izquierda abertzale en enero para exigir, entre otras cosas, el fin de la dispersión. Sabin Etxea entiende que es una convocatoria de partido y que su posición de defensa de la flexibilización de la política penitenciaria queda fuera de toda duda.
Aunque los organizadores de la marcha, que prefieren autodenominarse como una «iniciativa» para lograr un «gran mar de compromisos en favor de los derechos» de los presos, habían cursado invitaciones a distintos partidos y organizaciones para participar en el mosaico humano del 11 de enero –que sustituirá a la manifestación convencional de convocatorias anteriores– y decían confiar en una respuesta afirmativa del PNV, lo cierto es que los jeltzales nunca han considerado la posibilidad de cambiar de criterio. Representantes independentistas habían trasladado la idea de que, a diferencia de años anteriores, el EBB había dejado la puerta abierta a su participación a la espera de acontecimientos. No obstante, el PNV no enviará ninguna delegación oficial a la marcha del 11 de enero, el preludio de la campaña a favor del acercamiento a cárceles vascas que la izquierda abertzale pondrá en marcha en 2014, una vez cumplido el objetivo de lograr en los tribunales la derogación de la ‘doctrina Parot’.
De hecho, la oleada de excarcelaciones de históricos reclusos de la ortodoxia de la banda –el último, el lunes, ‘Txikierdi’, líder del sector más duro del EPPK– como consecuencia del fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha supuesto un indudable balón de oxígeno para una izquierda abertzale siempre acuciada internamente por la situación del colectivo de presos. Pero tanto el lehendakari Urkullu como el PNV, que celebraron la anulación del cómputo acumulado de las penas, también pidieron a los reclusos y a la izquierda abertzale que evitaran aprovechar la sentencia para eludir su responsabilidad, que, dijeron entonces, pasa por permitir que los presos se acojan a la vía de reinserción individualizada previo reconocimiento del daño causado.
Altura de miras
Hoy, un año después, la brecha entre el PNV y la izquierda abertzale no ha hecho sino agrandarse y la ponencia de paz del Parlamento vasco permanece bloqueada y sin futuro por la resistencia de EH Bildu a asumir un discurso abiertamente autocrítico sobre la justificación de los crímenes de ETA en el pasado. En ese contexto, y tras el homenaje que la izquierda abertzale rindió a Nelson Mandela el pasado domingo –en el que Hasier Arraiz comparó al líder sudafricano con Arnaldo Otegi, al que auguró porvenir como lehendakari–, el jefe del Ejecutivo aprovechó ayer su discurso en la entrega del Premio de Derechos Humanos René Cassin para pedirles que «apliquen» en Euskadi el ejemplo de Mandela y consoliden la paz y la convivencia sobre los valores de «tolerancia, generosidad, altura de miras, reconciliación y convivencia» que defendió el expresidente tras permanecer 27 años en la cárcel. «Estos son los valores que va a impulsar el Gobierno vasco», subrayó el lehendakari, que admitió que surgen «dudas» sobre la mejor ‘hoja de ruta’ hacia la paz definitiva y advirtió que no existen «fórmulas mágicas» ni nadie «es dueño de toda la verdad».
Urkullu, que hizo entrega del galardón a la sección vasca de la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR), defendió que la prioridad del «nuevo tiempo» debe ser asentar una «convivencia conciliada» sobre dos principios básicos: los derechos humanos y la memoria. Solo se puede avanzar, aseguró, «desde el reconocimiento del daño causado» y la «garantía absoluta de la irreversibilidad de los pasos dados», pero sin que «el pasado» se convierta en «excusa permanente» para no recorrer «el camino de la convivencia».
EL CORREO 11/12/13